Alejandro Armenta Mier se enfrenta a un grave caso de dualidad pública que le hace retroceder más pasos de los que consiguió. Hace unos días, el senador se apuntó un 10 al realizar una amplia felicitación pública al gobernador Miguel Barbosa Huerta por su decisión de asumir la inversión del Programa de Escuelas de Tiempo Completo. En su afán por ser visto hasta subió un video en el que aparece en una reunión con mujeres, a quienes pide un aplauso para el mandatario. Pero más tardó en publicar su video que en reunirse con la excaldesa Claudia Rivera Vivanco, acérrima enemiga del inquilino de Casa Aguayo para supuestamente impulsar conjuntamente las bondades de la Reforma Eléctrica y la consulta de Revocación de Mandato que no son más estrategia para hacer proselitismo descarado con miras a 2024. Que Armenta Mier cometa este tipo de traspiés no es de sorprenderse, pero que pase el tiempo y no corrija el rumbo es totalmente inconcebible, sobre todo porque el senador de la República no goza de una buena coyuntura política a raíz de la debacle de su padrino político Ricardo Monreal Ávila. Su juego, por más que trate de simular que es independiente y hará lo que crea conveniente, es muy peligroso. Quizás se le olvidó que el dueño del tablero de ajedrez político en la entidad solo ha pedido dos cosas: lealtad y resultados para que haya un respaldo total. En ambas, Alejandro Armenta sigue quedándose muy corto.
A dos años del primer caso
Contrario a lo que ocurre a nivel federal, el gobierno del estado logró salir avante de la pandemia por las diferentes cepas de Covid-19. No fue una tarea sencilla. Al desastroso sistema de salud que heredó Miguel Barbosa Huerta se le tuvo que remediar con una fuerte inversión en equipamiento, acondicionamiento, adquisición de insumos y contratación de personal. Fue necesaria una inversión multimillonaria sacada de los propios fondos de la tesorería estatal. Se dice muy sencillo, pero no lo es. Hubo otras entidades en que la pandemia simplemente los rebasó y no hubo una respuesta adecuada. A nivel federal, todos sabemos de la negligencia criminal del subsecretario Hugo López-Gatell y su manía por tergiversar la información a conveniencia. A la par de que la emergencia sanitaria hacía sus estragos, la gestión barbosista lanzó su histórica estrategia de combate al crimen organizado. Así pues, por un lado, las autoridades atendían a la población enferma y, por el otro, detenían y desintegraban bandas que tenían asoladas a la capital y diferentes regiones. A eso hay que sumarle la crisis económica, el abandono de la Federación y hasta el menosprecio que hubo de diferentes sectores, sobre todo de las cámaras empresariales, para ayudar a las tareas de gobierno. El saldo al corte es totalmente positivo. Miguel Barbosa es el mejor gobernador de Morena evaluado de todo el país y está en el top cinco de los mandatarios que mejor desempeño han tenido durante la pandemia. Eso solo es resultado de cuando se tiene a un gobierno que es capaz de hacer frente a la adversidades de manera pronta, eficiente y con visión de Estado.
Lalito y el foquito
Dice el dicho que “chango viejo no aprende maroma nueva” y parece que es la mejor descripción de lo que ocurre en el Ayuntamiento de Puebla. Eduardo Rivera Pérez ya demostró que lo suyo es replicar el modelo de negocios que el morenvallismo explotó hasta la saciedad con las graves consecuencias que trajo a la entidad. Hay dos casos emblemáticos: los parquímetros y el alumbrado público. En el primer caso, existen sospechas fundadas que la empresa beneficiaria será Parkimóvil, que tiene como socio a Herberto Rodríguez Regordosa, uno de los cachorros del Yunque y príncipe de la ultraderecha. Detrás del sujeto hay un amasijo de intereses en el que lo mismo aparecen los principales líderes del Consejo Coordinador Empresarial y hasta de la UPAEP. En el caso de la concesión de alumbrado, Lalito el Gerente del Yunque diseñó una licitación para entregar un negociazo a la empresa que resulte beneficiaria y que todo indica que será Citelum, filial de la francesa General Electric. En su campaña, el panista ofreció darle un nuevo rumbo a la capital poblana. Por lo visto hasta ahorita el único rumbo que Rivera Pérez conoce es el de beneficiar a sus cuates y a sus patrones. Un nuevo rumbo significaría hacer todo lo contrario a lo que ha estado haciendo con suma obsesión.