13.2 C
Puebla
viernes, noviembre 22, 2024

Milanés, de la trova adoctrinadora a la plenitud del artista

Más leídas

Aunque al músico formado en el Conservatorio Municipal de La Habana se le considera uno de los pilares fundadores de la Nueva Trova Cubana, que nació con el impulso del régimen castrista y pretendió tener un aliento adoctrinador con sus canciones politizadas, Pablo Milanés Arias terminó por prevalecer, indiscutiblemente, como un gran artista que supo y pudo regresar, con plenitud creativa e interpretativa, a sus inicios en el feeling y en la música tradicional caribeña.

Junto con Silvio Rodríguez Domínguez, Noel Jorge Nicola Reyes (Noel Nicola) y otros, se convirtió en estandarte del movimiento cultural orgánico, que organizó en los años 60, la exguerrillera Haydée Santamaría Cuadrado, quien fue un tiempo ministra de Educación y, luego, encargada de la Casa de las Américas en el régimen castrista, hasta su muerte en los años 80, por suicidio.

Yeyé, como se le conoció, estuvo con Fidel Castro Ruz en el asalto al Cuartel Moncada de 1953 y en los combates de la Sierra Maestra, para la instauración del régimen revolucionario.

Ella ideó el reclutamiento de esos jóvenes cantautores, que eran completamente distintos en sus obras e interpretaciones a la música clásica del son y la guajira, que había acompañado a la dictadura de Fulgencio Batista, quien fue derrocado el 1 de enero de 1959.

La idea de Yeye se advierte como una intención de adoctrinamiento del régimen revolucionario, a través de la canción.

Canción de Protesta, le llamaron en su tiempo y obedeció también a la necesidad del régimen de tener sus propios artistas orgánicos, que pudieran competir —no necesariamente en paralelo, por las edades— con otros que ya había tenido Latinoamérica, como los chilenos Violeta Parra y Víctor Jara, o el argentino Héctor Roberto Chavero, mejor conocido como Atahualpa Yupanqui.

Fue una estrategia cultural, que, afortunadamente, no funcionó, pues esos jóvenes trovadores terminaron por labrar su propia ruta y, en muchos sentidos, volvieron a acogerse al género del feeling (sentimiento en inglés), que tiene como obras importantes varios boleros que se construyen con cánones estéticos muy específicos en las letras y la música, y que es la esencia que prevalece al final en sus canciones, al paso de las décadas.

Paradójicamente, el juglar oficial del castrismo, con piezas tan intensas como Hasta Siempre (la canción de El Ché) fue, en cambio, Carlos Puebla —que ya era un hombre maduro al triunfar la revolución—, quien mantuvo la fuerza de la guajira rural cubana en sus obras.

Cuando más, aquellos jóvenes supieron navegar con el sistema y participaron de él. Pablo y Silvio juntos tuvieron un programa de televisión, con el nombre de Preposiciones, en la televisora oficial cubana y más de una ocasión alternaron en tertulias con el Comandante en Jefe. Silvio incluso fue diputado de la Asamblea Nacional del Poder Popular de Cuna, de 1993 a 2008.

 

PABLO EL IRRUPTOR

Milanés fue en varios momentos un crítico del régimen revolucionario, aunque muy reflexivo y argumentativo. En varias entrevistas, condenó que se romantizara, desde el exterior, la pobreza en la isla, y los excesos de control. Pero no perdió contacto con la isla, en donde viven varios de sus hijos, a pesar de que sus residencias oficiales estuvieron, alternadamente, en Miami, Estados Unidos, y Madrid, España, en donde falleció el pasado 22 de noviembre.

El nativo de Bayamo surcó 60 años de carrera artística que comenzó precisamente en el feeling y en la música tradicional cubana en el cuarteto Los Bucaneros.

Pero fue en el momento de la masificación de su obra, ya fuera de Cuba la mayor parte del tiempo, cuando Milanés adquiere un sitio relevante en el contexto internacional.

Aún se le llamaba canción de protesta a sus interpretaciones, pero la verdad es que esa etapa había quedado ya muy lejana para Pablo.

Difícilmente sus admiradores pueden evocarlo en canciones que sí fueron insignia de la Nueva Trova Cubana, como Yo pisaré las calles nuevamente, que se refiere a la dictadura chilena.

La escribió el cubano en 1974, a un año del golpe de Estado y con el sentimiento a flor de piel de los abusos, entonces incipientes, del dictador Augusto José Ramón Pinochet Ugarte, contra el pueblo de Chile.

Yo pisaré las calles nuevamente / De lo que fue Santiago ensangrentada / Y en una hermosa plaza liberada / Me detendré a llorar por los ausentes.

En realidad, Pablo está en la mente colectiva más por obras como Para vivir y El breve espacio en que no estás. También por sus compilaciones de boleros.

El breve espacio es la obra, sin duda, más conocida y más citada en los países de habla hispana, por su brutal frase de autoconmiseración, baja autoestima y autoengaño: “la prefiero compartida, antes que vaciar mi vida. No es perfecta, mas se acerca, a lo que siempre soñé…

Por cierto, que la que puede ser considerada la mejor interpretación al bolero Regálame esta noche, del mexicano Roberto Cantoral, es precisamente de Pablo Milanés, porque lo lleva al terreno del feeling cubano.

Al final, como artista y también como pensador, Pablo Milanés supo también diferenciarse del régimen. Pintar su raya.

Pudo haberse quedado como un instalado desde la trova politizada y adoctrinadora, pero su calidad artística y personal lo llevaron a la trascendencia.

Y triunfó, por encima de la Revolución Cubana, para hacer su propia revolución en el arte.

Notas relacionadas

Últimas noticias

spot_img