Con su exigua protesta de este miércoles, las asociaciones de falsa defensa de campesinos agrupadas en el Frente Agrarista Poblano (FAP) dejaron evidencia de que prácticamente están en extinción. Los moches se acabaron, las cuotas se terminaron y ahora los apoyos se entregan en la propia mano de los productores y a ellos se les fueron los militantes.
Aunque por medios electrónicos el martes en la tarde y noche convocaron a sus militantes a presentarse en las oficinas de la Secretaría de Desarrollo Rural (SDR) estatal y Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader) federal, que comparten sede en el predio de la Avenida 26 Norte 1202 de la capital, apenas 70 personas se presentaron, de los municipios de Nealtican y Tochimilco.
No se hubiera podido siquiera armar un torneo de futbol de salón con los asistentes.
Pero su intención de presionar al gobierno para volver al “esquema de cuotas de apoyos”, con el que sus dirigentes se enriquecieron por décadas en los gobiernos priistas y panistas, al menos sirvió para identificar a los cabecillas.
Las organizaciones Familia Unida para el Desarrollo Social (FUDES) y Fusión Indígena Campesina Nacional (FICN), encabezadas para este fin por Ángel Ajanel Vargas, sacaron las pancartas y se adjudicaron la logística de la famélica protesta.
Sin embargo, detrás -nos dice una fuente conocedora de los entretelones de corrupción de los falsos líderes campesinos- están todos los dirigentes del FAP y, muy especialmente, Magdaleno Ríos Pérez, un trapecista político que ha ido del PRI, al PAN, al morenovallismo y quien recientemente, en 2021, fue candidato del Partido Encuentro Solidario (PES) a diputado federal por el Distrito 5, con cabecera en San Martín Texmelucan.
Se trata de un personaje del equipo del repudiado y fallido exsecretario de Gobernación estatal, Fernando Luis Manzanilla Prieto.
Magdaleno Ríos Pérez, por cierto, es un nombre que se puede hallar en varias carpetas, lo mismo en la Fiscalía General del Estado (FGE), que en las auditorías Superior del Estado (ASE) y Superior Federación (ASF), por haber recibido recursos públicos para apoyar a productores que nunca vieron un centavo.
En la protesta de 70 personas, que no juntaban ni dos equipos completos de beisbol, fungieron como voceros dos personajes.
Celerino González González, un hombre que se ostenta como abogado y defensor de la Cuarta Transformación (4T), pero que defiende que se regresen los privilegios a los dirigentes del FAP.
Asimismo, Abel Ajanel, hijo del dirigente de la FUDES, quien habló a nombre de los campesinos a pesar de que es un joven netamente urbano, cuyas actividades están en la capital poblana y no en los surcos.
La magra protesta, por el contrario, causó incomodidades en el tránsito y molestar de los ciudadanos, pero no logró su cometido de presionar a las autoridades.
¿Qué buscan?
Que se reedite el esquema de “cuotas de apoyos”.
¿Cómo funcionaba con ellos el esquema de cuotas?
Sencillo: pedían, por ejemplo, mil apoyos para el mismo número de beneficiarios de varios programas. Ellos ponían proveedor. Ellos ingresaban las solicitudes. Y ellos repartían los apoyos.
Por supuesto, siempre eran los ganones: entregaban lo que querían, si es que algo salpicaban a los campesinos.
Eran pues, como se les conoce coloquialmente coyotes, que a costa de los más pobres del estado andaban en camionetones de lujo y comían en restaurantes caros.
Pero lo peor es que, a veces, ni siquiera existían los beneficiarios. Eran simulados, inventados, falsificados, como les guste llamar.
Luego de las décadas de lucrar con mucho éxito en los gobiernos priístas y panistas, se quedaron acostumbrados a eso: a gritar, a pedir, a presionar.
¿Quiénes son?
Se trata de organizaciones de simulada militancia, que ofrecen servicios electorales en los tiempos de campañas, agrupados en el Frente Agrarista Poblano (FAP).
Son Magdaleno Ríos, de El Campo No Aguanta Más; Antonio Barrera Evangelista, del Congreso Agrario Permanente Poblano; Cirilo Miguel Sebastián, de la Coordinadora de Organizaciones Urbanas y Campesinas; Antonio Herrera Delgado, de la Central Campesina Cardenista, y Miguel Santiago, del Consejo Nacional Independiente de Campesinos de México.