Igual que en el caso de los varones, los pronunciamientos femeninos sobre la candidatura de Morena a la gubernatura se han convertido en una kermés. Pareciera que todas quieren y, sin importar si pueden, están habilitadas o tienen capacidades, se apuntan a la sucesión. La mayoría simula.
Por sus condiciones personales, profesionales y hasta judiciales, su pertenencia a un grupo político específico del morenismo, local o federal y, especialmente por capacidad y trayectoria, son solamente tres mujeres quienes aspiran con posibilidades reales en esa liga:
María Luisa Albores González, titular de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador.
La persona que fue la fundadora del Morena en Puebla y quien encabezó la transición del movimiento social al partido, ha despertado la simpatía de los morenistas históricos, aquellos a quienes llaman “puros”, y que se pronunciarán a favor de ella este lunes en un desplegado, por considerar que “María Luisa es realmente de izquierda”.
También está Ana Laura Altamirano Pérez, secretaria de Desarrollo Rural (SDR) del gobierno de Sergio Salomón Céspedes Peregrina y antes de la administración de Miguel Barbosa Huerta, porque ella sí puede presumir que está desde el arranque de la Cuarta Transformación (4T) poblana.
La oriunda de la comunidad de San Juan Amecac, del municipio de Atzitzihuacan, Puebla ha sabido consolidar una fuerza importante con los productores de todo el estado. Su capital político es abundante.
Por cierto, María Luisa y Ana Laura son egresadas de la Universidad Autónoma Chapingo (UACh) y, a diferencia de otros poblanos, sí son orgullo de su alma mater.
Y finalmente, aparece en la terna Olivia Salomón, titular de Economía del Gobierno del Estado y también una sólida funcionaria que comenzó, en agosto de 2019, con esta administración que arrancó Barbosa Huerta y ahora encabeza Céspedes Peregrina.
La también empresaria tiene la cualidad de convocar simpatías de sectores de la clase media y alta, que no son tradicionalmente afines al lopezobradorismo.
Ellas son las cartas reales, con distinto grado de fuerza y de posibilidades.
No hay más.
Por ejemplo, la exalcaldesa Claudia Rivera Vivanco levantó la mano este fin de semana y montó su aspiración en la necesidad, que posiblemente deba enfrentar el Movimiento Regeneración Nacional (Morena), de que la postulación sea para una mujer.
Esa es su divisa y, dado su abundante conocimiento, supone que tiene credenciales para enfrentar las urnas en el estado en 2024
Pero no. Absolutamente Morena no puede arriesgar lo que se pinta como una carrera resuelta, apostándole a su peor carta política y administrativa del país. La peor imagen que tiene el partido, la aporta la expresidenta municipal.
Además, ella tiene una circunstancia judicial muy comprometida. Ahora mismo se desahoga en el Tribunal Federal una inhabilitación que, de facto, pesa sobre Rivera Vivanco.
Pero además hay abultados expedientes administrativos y su posible desencadenamiento penal, por el mal gobierno que tuvo en la capital poblana.
Está descartada y solamente ella y su familia consideran que puede ser una aspirante.
Luego está la titular de bienestar Estatal, Lizeth Sánchez García. Aunque pudiera considerarse con muchas cualidades, al ser ella militante de cepa y parte de la cúpula del Partido del Trabajo (PT) termina siendo descartada.
No puede ese instituto político suponer que encabezará una candidatura en el quinto estado del país con el mayor padrón electoral, cuando apenas representa un minúsculo 2 por cierto de las potenciales preferencias.
La secretaria de la administración estatal está más bien en una carrera que podría llevarla al Senado de la República o de regreso a una diputación federal. No más.
Son tres. Cuenten bien.