El concierto que Édgar Oceransky ofrecerá en el Auditorio Nacional el próximo 16 de marzo tiene un insoslayable sabor a triunfo, no solamente en lo personal para el poeta, sino que también posee un aroma fresco e inconfundible de victoria para toda la canción de autor mexicana.
El Coloso de Reforma -como le suelen llamar los reporteros de espectáculos- había permanecido prácticamente vetado para los cantautores nacionales, injustificadamente.
Porque desde hace por lo menos una década, la calidad de muchos cantautores mexicanos ha sido también masivamente reconocida, distinto de los años anteriores, en que era un arte casi marginal, y para ellos y ellas ya no es una novedad su inclusión en conciertos multitudinarios. La canción de autor está en los grandes escenarios desde hace tiempo, de manera cotidiana.
Mientras las estaciones comerciales de radio siguen aún con los ojos bien cerrados a este talento que nace en los semilleros de los cafés y los bares por todo el país, muchos espacios de conciertos y el público han tenido los oídos bien abiertos, afortunadamente.
Oceransky -quien lanzó el miércoles en plataformas su disco Estoy Aquí 20 Años– abre, con este concierto, las puertas del Auditorio Nacional, en la capital del país, de par en par a la canción de autor y es un hito innegable.
Cual pionero irá Édgar y colocará, en el principal de los escenarios de México, la bandera de este arte.
Hay que decir que también es él un incansable, que trabaja sin pausa: produce intensamente contenido para su canal de YouTube y otras plataformas; va y viene por foros de todo el país; no regatea entrevistas y es generoso con la información de su trabajo; hace duetos, luego de perseguirlos y concebirlos con ahínco; va a países de Latinoamérica y ha estado en España…
Su presentación en el Auditorio será en solitario, con muchos invitados, pero va y toca la campana, metafóricamente, por él y todos sus compañeros.
Hasta antes de la noche próxima del 16 de marzo, los cantautores habían alcanzado apenas El Lunario, un espacio menor del mismo coloso.
Ello, a pesar de que en otros foros sus conciertos ya tenían, antes de la pandemia, auditorios masivos.
Sin embargo, el Auditorio Nacional parecía reservado, preferentemente, a la música comercial o a los cantautores de otras latitudes, pero no a los mexicanos, a pesar de lo rentables que son en taquilla y con sus producciones.
La apertura, es importante decirlo, comenzó claramente cuando en noviembre de 2019, Oceransky, Fernando Delgadillo y Alejandro Filio, recibieron el reconocimiento de Las Lunas del Auditorio, en la categoría Música Iberoamericana, por el espectáculo CantautorES.
Édgar escribió y recitó, entonces al recibir la presea:
“Música de Iberoamérica / crónica del multiverso / que a pesar de lo diverso / hoy parece monocromática, / pues predomina una estética. / Por eso mi resplandor, / hoy no ganó un servidor / el premio no está en mis manos, / ganan todos mis hermanos, / gana la canción de autor”.
20 años no es nada
Este miércoles, Oceransky lanzó en todas las plataformas su disco Estoy Aquí 20 Años, que reedita, ahora con duetos con un abanico extraordinario de artistas, las 12 canciones de su primera producción, grabada hace dos décadas.
Lo acompañan Pablo Milanés, Francisco Céspedes, David Summers, Beny Ibarra, Ana Cirré, Mario Domm, Benny, Los Claxóns, El Gran Silencio, Luis Enrique, Elefante, Ale Zéguer, Covi Quintana y Alejandro Lerner.
Edgar y Puebla
Oceransky tiene, y lo dice con orgullo, un cariño especial por Puebla. Aquí se comenzó a escuchar su música, cuando el notable promotor de la canción de autor, Alejandro Ramírez, la programaba desde hace más de una década en sus espacios radiofónicos.
También, para Oceransky, como para otros poetas, han estado abiertas las puertas de Procanto y Sala Forum, de Bárbara Pérez y Ernesto Álvarez, a la defensa de la canción de autor.
Por lo pronto, este 17 de febrero, con un concierto en el Auditorio del Complejo Cultural Universitario (CCU) regresará Oceransky a Puebla, ahora en solitario pues en 2019 compartió este escenario con Filio y Delgadillo.
