Para el presidente del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) del PAN, Marko Antonio Cortés Mendoza, el estado de Puebla no es prioritario, porque sabe que no puede ganarlo.
Sus ojos están en Veracruz y la Ciudad de México, en donde la construcción de la alianza con el PRI, y la rémora en que se ha convertido el PRD, es su mayor interés en la negociación, que podría ser luego total en las nueve gubernaturas que, con la Presidencia de la República, estarán en juego en 2024.
Este sábado estuvo en la capital poblana el presidente del CEN priísta, Rafael Alejandro Moreno Cárdenas, al que apodan “Alito”.
La versión del desinterés de Marko en Puebla animó a los aspirantes del tricolor, junto con la advertencia de que la candidatura capitalina del estado debe ser para un integrante del tricolor “sí o sí”.
Es una posición irreductible ante los panistas, en este momento que se están comenzando las negociaciones hacia 2024, si es que quieren una alianza a la gubernatura, en la que sea un albiazul quien aparezca en la boleta.
Sentenció “Alito” que la posibilidad de la alianza “pasa por que los panistas cedan la alcaldía de Puebla”.
En los primeros acercamientos, Marko no ha mostrado interés en el estado. La lógica indica que, como no hay posibilidades de triunfo, no está en su prioridad. Es distinto respecto de Veracruz y de la capital del país.
En el Partido Acción Nacional (PAN) poblano hay quienes han levantado la mano: el coordinador de los diputados locales, Eduardo Alcántara Montiel; el diputado federal Mario Gerardo Riestra Piña, y otros.
Sin embargo, la moneda de cambio es necesariamente la capital estatal, en donde el Partido Revolucionario Institucional (PRI) solamente tiene dos tiradores reales: el empresario José Chedraui Budib, con más seriedad en su aspiración, y el ex alcalde de Quecholac, Néstor Camarillo Medina.
En uno y otro bando, sin embargo, poca atención han puesto en la posibilidad de que, por los obligatorios bloques de competitividad, deban postular a una mujer en la elección de la Angelópolis.
Y más todavía, un escenario en el que Morena se le haya desintoxicado el panorama, que dejó en el ánimo de los ciudadanos la ex presidenta municipal Claudia Rivera Vivanco, la peor experiencia de la Cuarta Transformación (4T) en todo el país.
Pareciera que priístas y panistas dan por hecho de que el refrendo del triunfo de 2021 en las urnas se repetirá en automático, pero es un análisis simplista.
Los poblanos de la capital tienen su propia evaluación respecto del trabajo del actual alcalde, Eduardo Rivera Pérez, y ese es un tema que requiere mayor ponderación.
Sin duda el ex diputado federal es el más competitivo para ser abanderado de la posible alanza a la gubernatura, pero tampoco en su equipo hay un sobrado entusiasmo y, sí en cambio, una valoración casi diaria de si Eduardo y su capital político de tantos años, deben ir a una difícil apuesta.
Ni él ni los suyos están para hacer una campaña testimonial, sin posibilidad de triunfo, si se postula por Morena a una de las expresiones barbosistas o al senador Alejandro Armenta.
La titular de Economía estatal, Olivia Salomón; el presidente del Congreso local, Sergio Salomón Céspedes Peregrina, o el secretario de Salud, el doctor José Antonio Martínez García, más la fuerza del barbosismo, que ha quedado demostrada, tienen todo a su favor para ganar.
Igual ocurre con Alejandro Armenta, quien no ha bajado el ritmo de sus intensas giras en la entidad.
La única posibilidad que tiene Eduardo de presentarse a una campaña a la gubernatura con éxito, es que su candidato antagónico sea el fallido Moisés Ignacio Mier Velazco, cuyo contexto delincuencial de sus socios y los yerros que ha cometido como coordinador de los morenistas en San Lázaro, lo ubican como la peor opción. Pero esa está descartada desde hace meses.
Las negociaciones nacionales comenzaron.
Las ilusiones locales pueden derrumbarse.