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jueves, mayo 2, 2024

Welcome, Joe

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En pejeñol, Andrés Manuel López Obrador, ha tomado las redes de la política del continente.

Este domingo en Brasilia, los fascistas de Bolsonaro tomaron distintas instalaciones de gobierno en un golpe político para deponer el gobierno democrático de Luiz Inácio Lula da Silva.

Los bolsonaristas imitaron la toma de la Casa Blanca de las huestes de Trump el 6 de enero de 2021, cuando los trumpistas quisieron sabotear la llegada de Joe Biden al poder.

Los acontecimientos en la historia cuando suceden transcurren la primera vez como drama y la segunda como farsa, calificaba así Marx, los eventos de la historia.

En México, Andrés Manuel recibía a Biden.

El gesto rebasa la política aldeana.

El gesto rebasa las disputas ladinas entre chairos y fifís.

Hoy 9 de enero, los presidentes de la zona del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, Joe Biden, Justin Trudeau y su anfitrión, el Peje, firmaron un comunicado conjunto condenando el ataque fascista de los seguidores de Bolsonaro.

El comunicado trinacional termina con las siguientes palabras: “We look forward to working with President Lula on delivering for our countries, the Western hemisphere, and beyond.”

Inimaginable para la derecha del continente este mensaje. Un llamado para frenar a las huestes de la ultraderecha en Brasil y en Estados Unidos.

Pero este mensaje va más allá.

Alcanza a la oposición mexicana (a algún sector ultraderechoso, que ha encontrado en la derecha polarizante su referente) poco imaginativa.

Es un aguijón contra aquel sector de la derecha extraviada

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Mientras el Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, se placea con el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, la jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, sufre los efectos de los choques del metro de la capital del país.

A Andrés Manuel López Obrador le ha caído como anillo al dedo la visita de Joe Biden.

Ha logrado jugar con la idea de que es un líder mundial.

En política lo que cuentan son las percepciones.

Y Andrés Manuel conoce tanto el lenguaje y los códigos del pueblo, esa entidad que le provoca dolores de cabeza a la derecha, como con los simbolismos de las élites.

(¿Qué puede haber más transgresor para los “fifís” que el presidente mexicano se pasea con el presidente de Estados Unidos? ¿No fue precisamente la derecha, la que juraba que la Casa Blanca iba a parar a los chairos porque iban a volver comunista a México? ¿No fueron los comentarios en las mesas conservadoras las que juraban que Estados Unidos iba a atenazar a López Obrador?)

Para el pragmatismo de la política yanqui, no hay mejor receta que un nacionalista gobernando México.

Porque al mismo tiempo que la Casa Blanca transita con su agenda política, la retórica nacionalista embelesa a los mexicanos.

Eso lo entiende muy bien Joe Biden, como en su momento lo entendió Donald Trump.

Por eso, es muy triste, (iba a escribir “sad”) la relación tibia y miedosa que Enrique Peña Nieto estableció con Donald Trump

Suena a retórica nacionalista, sorry, escribir que México es un gran país.

Pero sí, México es un gran país.

Los únicos que no se la creen son los mexicanos, quienes siguen creyendo que México es un país del tercer mundo.

A nivel continental el liderazgo de México está más que probado.

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Cada vez que el metro de la ciudad choca, Claudia Sheinbaum pierde puntos en las encuestas y recibe el ataque político de sus adversarios.

Los morenistas hacen piruetas verbales y tuiteras para salir a la defensa de Claudia Sheinbaum.

Los consejeros de Sheinbaum intentan transformar a la jefa de gobierno en una política cercana a la gente.

¿Pero cómo pueden transformarla en una candidata competitiva cuando el sistema de transporte público de la ciudad de México sufre accidentes que le cuestan la vida a las personas?

Durante muchos años, el metro fue un modelo de transporte emblemático, orgullo de la ciudad y del país.

(Por cierto, el desarrollo y la construcción del metro fue producto de las políticas públicas de transporte de los terroríficos gobiernos del PRI. El poblano, Gustavo Díaz Ordaz, inauguró en 1969 los primeros kilómetros del metro.

Paradójicamente, los gobiernos de izquierda en la ciudad de México apenas han construido unos 60 kilómetros, aproximadamente, de carriles del metro, lo que incluye los gobiernos de Rosario Robles y de Marcelo Ebrard.)

Lo que sorprendía a los provincianos recién llegados a la ciudad es que con cuatro pesos podían moverse desde el norte de la ciudad al sur de la ciudad y que en la gigantesca urbe la gente podía moverse en metro.

Cada vez que choca el metro de la ciudad los claudistas se truenan los dedos.

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En la coyuntura anterior, el secretario de Gobernación, Adán Augusto López no pierde el tiempo.

Alentado por las fallas del gobierno de la ciudad de México juega para posicionarse como el candidato emergente a la presidencia.

(En una de esas. Adán Augusto sabe que el tiempo juega en su contra, y que no es el favorito. Pero como en el futbol americano, muchas veces en la vida política las candidaturas se deciden por el error del adversario y no por el acierto propio).

Este viernes 13 de enero, Adán Augusto vendrá a Puebla.

Será recibido por la clase política poblana.

Los morenistas se aprestan para apapachar el secretario de Gobernación, quien ha resultado muy habilidoso para sacar adelante los temas entrampados de la agenda presidencial.

Y quien posee el temple para desenmarañar la madeja política.

Como Andrés Manuel López Obrador no va en la boleta para el 2024 la Cuarta Transformación deberá jugar en el 2024 con los candidatos más competitivos y no con los candidatos morenistas de ADN puro.

Pero parece que los morenistas de ADN puro aún no perciben el tinglado de fuerzas que disputan el poder.

Todavía no hay nada decidido.

Pero en cuando haya candidato a la presidencia por Morena vendrán las definiciones estatales.

Y de ahí, todas las demás decisiones en cascada.

Entre las bases y la gente, lo que hoy contará será la negociación política, los amarres, en fin, la añeja política del pasado (esa que llamaron política dinosaúrica) con los actores del presente.

Ya está aquí el 2024.

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