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jueves, noviembre 21, 2024

Un poblano en USA (una historia de vida)

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Se llama Edgar Morales y es hijo de una mujer que salió de su natal Santa María Oxtotipan, en Tepeaca, para irse a vivir a Estados Unidos.

Ella salió de ese pueblo de apenas 53 habitantes para convertirse en una migrante indocumentada.

Allá, en Los Ángeles, ha hecho una vida al lado de su esposo.

Allá, desde la desesperanza, construyó una familia.

Allá también nació Edgar.

En Santa María Oxtotipan vive la abuela de este muchacho que anda en los veinte años de edad, mismo que estudia la carrera de literatura en una de las universidades más prestigiadas del mundo: Darmouth College, ubicada en Hanover, New Hampshire.

No cualquiera ingresa a esa universidad Ivy League, considerada una de las 8 más cotizadas de Estados Unidos junto a Harvard, Columbia, Cornell, Yale y Princeton, entre otras.

Además de ser una universidad elitista, el cuerpo directivo se reserva el derecho de admisión.

Edgar Morales no sólo fue aceptado ahí por su brillante trayectoria educativa: también tiene una beca al 100 por ciento.

Hay que decirlo: un año en Darmouth College cuesta 80 mil dólares.

Edgar es un magnífico poeta.

Tiene un gran ojo y un enorme oído.

Escribe en inglés, faltaba menos, y está por concluir un poemario que llevará el título Motherland.

En Hipócrita Lector, a través de la brillante María Clara de Greiff —que es catedrática en esa universidad—, publicaremos un suplemento, en La Canalla Literaria, dedicado a la poesía de Edgar.

(Él mismo incluyó en su propuesta de tesis lo que el hipócrita lector acaba de leer).

Edgar no conoce la tierra de su madre, donde su abuela es una de las 53 habitantes.

En su proyecto de tesis planteó ir a Santa María Oxtotipan, Tepeaca, para abrevar del pasado de su madre.

Motherland tiene que ver con sus orígenes.

En Europa, y en algunas partes de Estados Unidos, los poetas son profundamente apreciados.

Ser poeta es algo así como formar parte de una estirpe en extinción.

Hablar el lenguaje de la tribu no es cualquier cosa.

En nuestro pasado mexicanos, los poetas eran, además, señores de sus reinos.

Dos casos:

Nezahualcoyotl fue poeta, filósofo y rey de Texcoco.

Tlaltecatzin fue poeta y señor de Cuauhchinanco.

Ambos, según lo contó alguna vez don Miguel León Portilla, comían pescado fresco del Golfo de México transportado por tierra por los tamemes.

Y eso lo hacían al tiempo de compartir sus maravillosos poemas.

Edgar viene de esa tradición.

Por eso el regreso a la tierra de su madre es emblemático.

Los grandes poetas siempre vuelven al origen: a Motherland.

El gobernador Sergio Salomón Céspedes Peregrina y Gaby Bonilla, su esposa, conocen y admiran la historia de Edgar y su madre.

Y, faltaba más, lo esperan con júbilo.

Uno de los deseos de Edgar, por cierto, es llevar a su abuela a Los Ángeles para que vuelva a ver a la hija que salió de Santa María Oxtotipan hace poco más de veinte años.

Qué bella puede ser la vida cuando no se abandonan las ilusiones.

El caso del poeta Edgar Morales es un ejemplo de esto.

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