La semana pasada escribí una columna en la que destaqué el músculo priista en vías de las elecciones poblana de 2024.
Este lunes, durante el informe de los diputados locales del PRI, el gobernador Miguel Barbosa Huerta dijo cosas similares que perturbaron los castos oídos de los pobres panistas locales.
¿Qué dijo el gobernador que tanto irritó a los Lily y Lolo Téllez aldeanos?
“Veo que el PRI está en el camino correcto de ir rumbo al poder público que ya tuvieron, porque su agenda no es la ruptura, es la construcción”.
Y dijo más:
“Hoy el PRI se está transformando. Así debe de ser ¿Qué le pasó al PRD? No se transformó. Se volvió cola de la derecha. Ni modos, ni modos”.
Los aplausos dentro del exMuseo de San Pedro no se hicieron esperar.
Tampoco los quejidos.
El diputado panista Lolo Téllez —también conocido como Rafael Micalco: “el exchofer de Lalo (Rivera)”— fue el primero en hacerlo mediante un video que reflejó el tamaño de la ira panista.
Y es que sin el PRI, el PAN sólo podría ganar la ciudad de Puebla.
No más.
No le alcanza para ganar el estado ni yendo a bailar a Chignahuapan.
Las palabras del gobernador —y los muchos elogios de los diputados priistas— fueron traducidos de inmediato como un enorme guiño hacia una alianza electoral de Morena y el PRI en 2024.
En correspondencia, Jorge Estefan Chidiac dijo frases que cimbraron el Palacio de Charlie Hall, sede en la que despacha el mayordomo del Yunque, Eduardo Rivera Pérez:
“No es normal que un gobernador de un partido distinto a una bancada asista a un informe, pero tampoco es normal que haya el entendimiento, la razonabilidad, la disposición para tener acuerdos. El entendimiento que hemos tenido con el gobierno que usted preside lo quiero resaltar”.
“(…) La oposición está para detener los excesos del poder, pero aquí el poder no ha cometido excesos en su trato con el Congreso, y por eso mismo lo honramos en el sentido que hemos correspondido a sus iniciativas y proyectos”.
¿Más miel sobre hojuelas?
Imposible.
Le dejo al hipócrita lector algunos pasajes de mi reflexión de la semana pasada para que vea cómo se están acomodando las cosas:
Si Rivera Pérez fuese el candidato del PAN-PRD a la gubernatura, el PRI —muy Marilyn Monroe— se lo pensaría dos veces antes de bailar un tango con él.
La razón es simple:
Su 18.46 por ciento sumado a un 33.23 por ciento —que alcanzaron juntos en 2019 el PAN, el PRD y Movimiento Ciudadano— daría un 51.69, lo que lo metería en una real disputa por Casa Aguayo en caso de que el candidato de Morena tuviera una osteoporosis quebradiza.
Es decir: que no fuese dueño de un fémur poderoso.
El PRI puede ser la diferencia entre ganar o perder.
Si decide convertirse en parte del PRIMOR —apéndice notable de Morena—, sumará su 18.46 al candidato del partido en el poder y apabullará a la Micro Coalición (PAN-PRD).
Si decide lo contrario —jugarla con estos dos partidos—, meterá en problemas a Morena.
Y si va por la libre —como lo hizo en 2019—, también le complicará las cosas a los cabizbajos panistas.
Sólo uno de estos escenarios es medianamente bueno para el PAN.
Por eso el PRI es como Marilyn Monroe: todos quieren bailar un tango con él.
Movimiento Ciudadano también hará lo suyo.
Ya se sabe que en cosas de sexo y política cuenta hasta el último espermatozoide o el último óvulo, pues ambos —si los astros se alinean— habrán de encontrarse en las celebérrimas Trompas de Falopio.
Pero para que haya implantación, siempre hay un útero en esta trama.
Disculpe el hipócrita lector esta aventurada cátedra de biología para explicar lo que vale el 18.46 por ciento del PRI en la elección que viene.
“Donde hay carne hay fiesta”, me dijo una vez una guapa y brillante amiga.
Y es cierto.
Puro hueso tarde o temprano cansa.
El PRI tiene la mínima pero suficiente carnita para que haya fiesta en la cama de la democracia poblana.
Una buena noticia de entre tantas malas para Lalo Rivera:
Claudio X. González y sus empleados poblanos (Enrique Cárdenas, José Luis Escalera y Sergio Mastretta) podrían apoyarlo eventualmente.
Esto lo dijo al término de la reunión —con veinte buenos para nada— que tuvo en la exlibrería Profética.