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martes, diciembre 9, 2025

Si los jabones Rosa Venus hablaran…

Si los jabones Rosa Venus hablaran…

Mi columna sobre un pleito en Twitter entre dos mujeres panistas —que terminaron bloqueando la amistad que mantuvieron en los días de vino y rosas—, generó comentarios de todo tipo.

Hubo quienes le dieron la razón a la panista de abolengo —que creía, como Leona Vicario, que su sangre era realmente azul hasta antes de pincharse un dedo con una aguja.

Y hubo otros que se solidarizaron con la exdiputada que fue panista de día (y morenista de noche) en el pasado político reciente.

No conozco a nadie que sea, por ejemplo, panista de tiempo completo.

(O priista).

En algún momento del día (cuando se bañan, cuando hacen el amor, cuando defecan) dejan de serlo y se convierten en personas comunes y corrientes: sin bandera, sin partido, sin intereses ideológicos, etcétera.

De hecho, a lo largo de mi vida periodística he visto a panistas yéndose a la cama, por ejemplo, con quienes en algún momento fueron sus enemigos recurrentes cada vez que había elecciones: sus odiados priistas.

En el momento en que se iban a la cama, las ideologías se borraban (incluyendo sus himnos y consignas partidistas), y en el momento sagrado del coito y de los besos, nada importaba más que el tradicional y sobrevalorado o devaluado (cada quien su biografía) mete-y-saca.

Con esto quiero decir, que nadie es eternamente panista o priista todo el tiempo del mundo.

(El jabón Rosa Venus de los moteles lo sabe bien).

En una siguiente columna me explayaré en detalles de los encuentros amorosos de los brutales enemigos ideológicos que en las camas de los moteles borraban sus ideológicas diferencias.

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