Samuel García es un Rafael Moreno Valle sin talento.
Con la audacia de los pendejos, como decía la periodista Mónica Arteaga, asume que Nuevo León lo ama y da palos de ciego a una piñata que ha dejado de ser suya.
Moreno Valle cometió en su momento varios gestos audaces que le salieron bien.
Cuando era secretario de Finanzas buscó la candidatura a la diputación federal por el distrito de Melquiades Morales, a la sazón gobernador.
Fue todo un reto que cumplió con una votación histórica.
Antes había coordinado los equipos en las coyunturas de las lluvias y el temblor del 99.
A la par de eso, envió una comitiva para hacer ganar en Tehuacán al denominado Mostro de la política.
Ya como diputado, se alió a Elba Esther Gordillo y estuvo a su lado cuando Emilio Chuayffet encabezó un cuartelazo en San Lázaro.
Por esos años llenó el estado de espectaculares en aras de convertirse en el candidato del PRI a la gubernatura, cosa que incomodó en su momento a don Melquiades.
Y cuando éste se estaba decantando por Germán Sierra, Mario Marín y Moreno Valle hicieron un acuerdo y el primero se quedó con Casa Puebla.
(Ese acuerdo tampoco le gustó al entonces gobernador).
Desde la presidencia del Congreso local se lanzó a buscar la candidatura ofrecida por Marín al Senado de la República.
Ante el incumplimiento, rompió con el inquilino de Casa Puebla y con el PRI, y obtuvo el beneplácito del PAN y de la profesora Gordillo.
En ese nuevo salto al vacío, cayó parado.
En las urnas se enfrentó a don Melquiades, su mentor y amigo.
Tras obtener el triunfo, se reunió con él, le ofreció disculpas por los exabruptos dichos en la campaña y renovaron su amistad con un abrazo.
Un nuevo desafío sobrevino —teniendo enfrente una vez más al gobernador Marín— cuando buscó de nuevo llegar a Casa Puebla.
Como antes lo hizo, tocó todas las puertas y obtuvo el respaldo del presidente Calderón.
Atado de manos, Marín entregó la plaza.
Ya en la gubernatura, Moreno Valle se topó con el enojo del nuevo presidente: Enrique Peña Nieto.
¿Cómo le hizo para seducirlo?
Ésa fue otra gran trama.
Y no sólo se metió en el bolsillo al presidente.
También lo hizo con Miguel Ángel Osorio Chong, secretario de Gobernación.
Todo eso ocurrió cuando sus críticos dijeron que estaba muerto.
Y es que la profesora, su nueva mentora, había sido aprehendida en el aeropuerto de Toluca.
Toda clase de rumores circularon.
El principal: Moreno Valle dejará la gubernatura si bien le va.
Nuestro personaje volvió a lanzarse al vacío y de nuevo cayó de pie.
Nuevos desafíos enfrentó ya con Peña Nieto en el bolsillo: hizo el segundo piso, se trajo a Audi cuando Querétaro lo tenía en las manos y quiso poner un sucesor a modo: José Antonio Gali.
Moreno Valle no sólo también logró esto último, sino que determinó hasta su caducidad: menos de dos años.
Contra todos los pronósticos, y ya con Andrés Manuel López Obrador con un pie en Palacio Nacional, dejó como sucesora a Martha Erika Alonso, su esposa, e ingresó al Senado por la vía plurinominal.
En su breve estancia en la Cámara Alta interpuso y ganó dos recursos de inconstitucionalidad.
Uno de éstos tiene que ver con el blindaje de los elevados salarios de los ministros, mismos que están por encima del que gana el propio presidente.
Sólo una audacia le falló: la de romper el protocolo gubernamental el 24 de diciembre de 2018.
Y es que, en lugar de viajar en uno de los helicópteros oficiales junto con la ya gobernadora (iban a una comida familiar a las Lomas de Chapultepec para celebrar la Navidad), quiso hacerlo en un Agusta blanco de su propiedad.
El resultado todos lo conocemos.
Lo olvidaba: desde que nació tuvo problemas con el corazón, y tenían que intervenirlo cada cuatro años.
Una vez que alcanzó los 18 años de edad decidió no volver a operarse.
Corrió el riesgo de morir de manera fulminante en cualquier momento.
Así vivió.
Así murió.
Regreso a Samuel García.
Tras el fracaso de su trama más reciente queda claro que sí, cómo negarlo: tiene la audacia de los pendejos.