Muchos de los estudiantes de secundaria y preparatoria son adictos.
Sus padres, faltaba más, lo ignoran.
Tampoco lo saben sus maestros.
Y algo más: son auténticos expertos en el lenguaje médico.
(Su cabeza es una Farmacopea).
Sus dealers no son esos personajes oscuros como se les suele caracterizar.
Son jóvenes como ellos que van a la misma escuela y a las mismas fiestas.
Y el centro surtidor de las drogas que mueven entre sus clientes y sus amigos son las farmacias: limpias, con lámparas blancas, con empleadas que constantemente están limpiando los pisos y los estantes.
Muchos de esos dealers —que operan en Puebla—, tienen contactos entre los médicos, las enfermeras y los gerentes de las farmacias.
Ellos son quienes surten los pedidos nacidos de la adicción a las drogas.
Dos ejemplos poderosos, y muy solicitados, que se pueden conseguir sin receta médica: Dextromethorphane y Clonazepan.
En todas las casas familiares hay.
(No se diga en las habitaciones de las universidades privadas).
El dextrometorfano es un fármaco antitusígeno.
Es uno de los ingredientes activos en muchos medicamentos para el resfriado y la tos de venta libre.
Es un morfinano.
Los morfinanos son un grupo de fármacos derivados de la morfina.
(Los opiáceos naturales de la clase de alcaloides morfinanos incluyen la morfina, la codeína y la tebaína).
Disculpe el hipócrita lector esta jerga médica, tan usual entre los adictos y los especialistas.
¿Para qué usan los estudiantes citados líneas atrás el Dextromethorphane?
No para combatir la tos.
Recurren al “Dextro” para “viajar”.
Es decir: para evadirse y drogarse.
¿Y Clonazepan, tan recurrente en los ataques de pánico?
También para “viajar” con los ojos cerrados, una vez que genera somnolencia profunda y, en casos realmente graves, estado de coma que inhibe o interrumpe el proceso respiratorio.
Ambos medicamentos —drogas, mejor dicho— son adictivos, y tiene mucha demanda entre los estudiantes.
Son primos hermanos de la Oxicodona, hermana gemela del OxyContin: el opioide que generó la crisis de salud más grande en el mundo, y por la que el presidente Trump ataca todos los días a México.
(Ya se sabe: los narcolaboratorios de Fentanilo).
Hay una serie llamada Adolescencia —está en Netflix, la dirige Philip Barantini y la produce Brad Pitt) que tiene como uno de los temas el aislamiento entre los jóvenes.
Ese aislamiento es la puerta de entrada del Dextromethorphane y el Clonazepan.
Son enemigos silenciosos que provienen del mundo aséptico de las batas blancas y de las farmacias: mundos limpios, con lámparas blancas, y con empleadas que constantemente están limpiando los pisos y los estantes.
En las casas familiares habitan, ufff, esas drogas duras.