Dos muy activos jefes de prensa —el columnista Arturo Rueda y el diputado Miguel Mario Carrillo— han estado enviando mensajes encriptados para defender a sus jefes: Ignacio Mier Velazco y Mario Delgado.
El primero de los voceros —autor también de la columna Tiempos del Nigromante— ha corrido, entre arduas sesiones de confeti y matraca, un triatlón esquizofrénico en los últimos días.
Primero, jurando que su jefe era tan buen operador que sacaría adelante —mediante alianzas con priistas— la Reforma Eléctrica.
Luego, tras haber sido desechada ésta, reflexionando que “en las mentes bien amuebladas y los corazones nobles una derrota siempre es bienvenida por saludable”.
Y, finalmente, argumentando que lo que vimos el domingo se trató de una farsa montada para exhibir a los “vendepatrias” que votaron por desechar la multicitada reforma.
(A nivel nacional ya se habían pronunciado por esta tesis —oh, coincidencia— Alfredo Jalife, Alejandro Páez Varela y Álvaro Delgado).
En este contexto, Rueda habló también de “la misión suicida de ‘Nacho’ Mier y los diputados federales de Morena-PT-Verde que se lanzaron a la batalla perdida de una reforma constitucional para la que no tenían los votos necesarios, y que en cualquier momento podía ser postergada para otro momento”.
La “gran derrota” —ésa que permeó brutalmente desde el domingo en todos los ámbitos políticos y empresariales— solo existe en la mente de los bisoños de la política”, nos aclara Rueda.
Ah. Ok.
¿No hubiera sido mejor ponerle subtítulos a la trama?
Y es que sacar del imaginario colectivo la imagen derrotada de los morenistas en San Lázaro va a costar trabajo.
Pero supongamos que este ejercicio de periodismo ficción es real y que el presidente López Obrador envió a Nacho Mier y sus huestes a Waterloo en aras de recibir “el combustible que les hacía falta en la segunda parte del sexenio. Andrés Manuel necesitaba refrescar a sus enemigos para refrescarse a sí mismo y a su movimiento. Y los PRIAN se pusieron solos la etiqueta de ‘vendepatrias’. Mejor, imposible”.
(La cita es de Arturo Rueda).
Ufff.
Qué costo tan alto.
Y qué soldado tan disciplinado es Mier Velazco (más que el soldado Pérez), pues quedarse con la doble fama de perdedor e inoperante en la discusión de la reforma más importante del sexenio no es cualquier cosa.
Algo tendrán que darle desde las alturas del poder, ya que sacrificó su honra y su fama para salvar a la Patria en vías de las elecciones de 2024.
Convencer al imaginario colectivo de que todo fue actuado es tarea complicada.
Más lo será lavarle la cara llena de lodo y sangre al soldado Pérez.
Perdón: al soldado Mier.
La verdad es que yo me quedo con la reflexión de Rueda —quien sacrificó su fama de columnista en aras de una vocería ruidosa y pendenciera— , reflexión, por cierto, más metida en cierto ánimo depresivo que festivo.
Vea el hipócrita lector:
“En las mentes bien amuebladas y los corazones nobles una derrota siempre es bienvenida por saludable.
“Evita los ataques de soberbia y superioridad que llevan a pensar que nadie puede pararte
“Sirve esto para la vida, la política y el fútbol.
“Siempre hay que ir con la mano extendida!”.
Esto lo escribió un día después de la derrota (que no fue derrota sino triunfo —lo juran él y Jalife—), a eso de las cinco de la tarde.
(Las tardes primaverales son ideales para el spleen y la filosofía).
¿Por qué escribir con ese tonito depresivo acerca de la derrota si el soldado Mier había ganado la batalla?
Es una duda que siempre matará.
Por otra parte, el diputado Carrillo salió a defender a su primo hermano y jefe: Mario Delgado, sedicente líder nacional de Morena.
Nuestro personaje es otro de los que jura que ganaron.
Podría poner varios ejemplos de su enjundiosa defensa de lo imposible, pero me quedo con uno:
Entrevistado por el locutor Héctor Rodrigo Ortiz, maestro de ceremonias en los actos de la COPARMEX Puebla, el diputado se fue encima de los regímenes anteriores a la 4T.
Pero no dijo “regímenes”, como Dios manda, sino “régimens”.
Así.
Tal cual.
Y hay grabación.
Hasta la subió a sus historias de feisbuk.
Es cuanto.