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viernes, noviembre 22, 2024

¿Quién sembró la pregunta contra Nacho Mier? (La praxis del Camachazo)

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Marcelo Ebrard está haciendo lo que sabe hacer un expriista de cepa: negociar lo que viene.

Quiere posiciones para sus ochenta diputados y público en general.

Es decir: senadurías, diputaciones federales, diputaciones locales, alcaldías, regidurías, juntas auxiliares, rancherías, juzgados de paz.

(Juan Carlos Natale, por ejemplo, quiere ser senador. Y Ebrard está dispuesto a negociar a su favor. Lo quiere a su lado ahora que sea —como premio de consolación— líder del Senado).

Manuel Velasco, por ejemplo, ya ganó Chiapas.

Desde el momento en que fue incorporado —sin credencial alguna— a la lista de los aspirantes, se supo que eso era lo que quería.

El primero en saberlo fue Zoé Robledo, quien a partir de entonces se metió más a Chiapas para marcar su territorio.

Después de que el jueves pasado escuchó las palabras mayores en sentido contrario, Robledo entendió algo: que hoy por hoy lo que está por encima de todo es la unción, sin roces, de Claudia Sheinbaum.

Él y Noroña han venido practicando todos los días cómo levantarle el brazo.

Otro que terminará haciéndolo es Adán Augusto López, exsecretario de Gobernación.

Y a su manera —una vez que concluya la ronda de negociaciones—, lo harán Ebrard y Ricardo Monreal.

Velasco, por cierto, también quiere repetir en el Senado además de quedarse con Chiapas para uno de los suyos.

 

 

Teoría y práctica del Camachazo. En el programa “Es la hora de opinar”, Jorge G. Castañeda habló de un concepto teórico muy sesudo al que ha venido recurriendo Ebrard: el Camachazo.

(Manuel Camacho, mentor y padrino de Ebrard, lo puso en práctica cuando el presidente Carlos Salinas destapó a Luis Donaldo Colosio).

El Camachazo tiene su ruta crítica.

Vea el Hipócrita Lector:

Consiste en anunciar que hará un anuncio (valga la redundancia) muy importante ante la imposición, para inmediatamente después amagar con renunciar a todo.

(En el caso de Camacho, al Gabinete).

El Camachazo de Ebrard ya inició.

En días pasados anunció que anunciaría algo.

Ahorita está en la etapa del amago.

Su Camachazo concluirá cuando se siente en privado con el presidente López Obrador y anuncie una salida digna.

Camacho se fue de comisionado de la Paz en el contexto de la guerra de Chiapas.

(Hoy no hay guerra ni subcomandante Marcos, por lo que Ebrard tendrá que cambiar de fórmula).

Por lo pronto, nuestro personaje ya ensució el proceso interno de Morena.

(Camacho también lo hizo y metió en severos conflictos a Colosio).

Dijo que sus ochenta diputados denunciarían un delito electoral: que la titular de la Secretaría de Bienestar está desviando recursos para apoyar a Sheinbaum.

Al final no hubo denuncia.

Todo quedó reducido a un Camachazo.

Sigamos con las manchas generadas por la actuación de Ebrard:

Manchó el proceso interno.

Manchó a Morena en función de la elección presidencial.

Manchó al presidente.

Manchó a varios funcionarios que violaron la ley.

En un país normal esto sería un escándalo, dice una doctora muy brillante: Ana María Magaloni.

 

 

El dedazo es duro, pero es el dedazo. Las elecciones primarias, ya se ve, son complicadas.

Ésta que estamos viendo ha sido desgastante.

Sólo la disciplina y la perseverancia de Claudia Sheinbaum la están sacando adelante.

¿El presidente López Obrador va a querer repetir este ejercicio en los nueve estados que tendrán elecciones para gobernador en 2024?

La duda mata.

¿Se replicará el método que tantos dolores de cabeza está generando?

Dicen los clásicos:

“El dedazo es más rudo pero menos catártico”.

Quizás en algunos casos la fórmula sea algo parecido a la “candidatura de unidad”.

 

 

La pregunta sembrada contra Ignacio Mier. Alguien muy interesado en la elección poblana sembró este martes —en La Mañanera— una pregunta al presidente a través de una reportera apellidada Obeso.

La misma tenía que ver con los espectaculares del diputado Ignacio Mier y el costo de éstos.

La respuesta del presidente fue fulminante:

“En el caso de Puebla, así deben estar los otros. Aquí hay que cuidarnos. Porque si vienen a cuestionar a uno a estas alturas… ¿de parte de quién? Con todo respeto. No creo que sea el único caso”.

Lo que quiso decir el presidente es simple.

“De parte de quién viene la pregunta”.

(Ahí está la clave de todo)

“Los otros aspirantes deben tener también muchos espectaculares”.

“El de (Nacho Mier) no es el único caso”.

“Con todo respeto”, matizó.

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