El Síndrome del alcalde golpeado. Eduardo Rivera Pérez trajo a toda la basura priista, panista y perredista que conforma la oposición en este país.
Parias como Marko Cortés, Jesús Zambrano y otras dulces compañías se apersonaron en un informe plagado de mentiras y lugares comunes.
Sólo faltaron Felipe Calderón y Alito para completar la escena.
Por Puebla estuvo Susana Riestra sin su inseparable José Ramón Berganza, quienes durante el morenovallismo se encargaron de ser los huelelillos de Rafael Moreno Valle.
Todo pasaba por sus manos:
El tipo de vajilla en los banquetes, el tono de alfombra roja, el menú en los muy sonoros ágapes, el color de los manteles, la textura de las copas, la marca de los vinos…
Susy y José Ramón tenían que ver también con meseros, sommeliers, galopinas, choferes, taxistas, hoteleros…
Todo lo veían ellos.
Regreso al tema Lalo.
Nuestro personaje padece el Síndrome del alcalde golpeado.
Y es que Moreno Valle lo maltrató tanto en público como en privado una y otra vez cuando ambos estuvieron al frente de la gubernatura y la alcaldía, respectivamente.
Cuando no había gritos, volaban los celulares.
Cuando no había manotazos, la ley del hielo se imponía.
¿Cómo olvidar las veces que el entonces gobernador dejó con la mano extendida al alcalde?
Luego, pasados los años, Moreno Valle terminó por inhabilitarlo.
Fiel a su costumbre: luego lo perdonó para usarlo en la elección de Martha Érika Alonso.
Una vez que lo dobló de nuevo, lo tiró a la basura.
Y contribuyó a que perdiera su elección.
Es la historia de su vida.
Es el sello de la casa.
Los búfalos mueren de pie. Cada vez que hay una elección presidencial no faltan los empresarios que estén listos para saltar como tlacuaches.
2018 no fue la excepción.
Andrés Manuel López Obrador venía imparable.
Los búfalos —que todo lo huelen— gritaron “¡hasta la ignominia, señor candidato!”.
Empresarios adictos al PRI, como Alfredo Rivera, se formaron en la fila.
(Las ideologías murieron hace tiempo).
La ley del mercado es la balanza que mueve los tiempos.
El Capítulo Puebla de Empresarios con AMLO cerró filas con la Historia, representada por otro empresario: Alfonso Romo.
En otro club se alineó Pepe Tomate —alias José González—, quien no tuvo empacho en ser padrino de música en la boda de César Yáñez con Dulce María Silva.
Y pese a que es tío de la “ex” de éste —Elena Chávez, autora de El Señor del Cash—, pagó los honorarios de uno de los dos grupos que tocaron esa noche: Los Ángeles Azules y Matute.
El tiempo ha pasado y el Capítulo Puebla pasó a mejor vida.
Rivera y Tomate han regresado a sus habitaciones.
Ya será para la otra.