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miércoles, julio 30, 2025

Medio kilo de tantita madre, por favor

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Benito Juárez tuvo un hijo llamado Benito que también fue gobernador de Oaxaca.

Fue el único hijo varón que sobrevivió al exilio de su padre en Nueva York.

Porfirio Díaz lo procuró durante las décadas que estuvo al frente del país.

No lo hostigó ni lo exilió.

Incluso le permitió formar parte del servicio exterior mexicano en las embajadas de París, Berlín, Roma y Washington.

Una vez con don Porfirio en París, lejos de México, Benito Juárez Maza fue gobernador de Oaxaca.

Menos de dos años duró su mandato.

Murió relativamente joven: a los 59 años de edad.

(Era otro México, y la gente se iba pronto).

Como su padre, fue austero.

Don Benito sólo tenía dos trajes: uno, negro.

Y el otro, más negro.

Un par de zapatos, normalmente polvosos, cerraban el atuendo.

Dos corbatas, algunas camisas, algunos calcetines.

Pare de contar el hipócrita lector.

Benito hijo andaba en las mismas medianías.

Jamás se le vio en Japón con su calzado Louis Vuitton acompañado de dos guaruras jóvenes.

Ningún Juárez viajó en bussines class como Noroña ni se hospedó en el Rosewood, de Madrid, o el Okura, de Tokio.

Benito hijo no pidió que ya no le dijeran “Benny”.

Tampoco fue secretario de Organización del Partido Liberal, en el que militó su padre.

El presidente Juárez no usó relojes Patek Philippe ni Portofino, como los que suele utilizar Adán Augusto López.

¿Zapatos Ferragamo?

Ni pensarlo.

Don Benito sí vivió la medianía que exigió a los suyos.

No está mal que Andy López Beltrán, Ricardo Monreal y Mario Delgado, por ejemplo, viajen a Japón, España y Portugal con su dinero, pero que no anden diciendo, por favor, que no son iguales a los priistas y panistas.

Claro que lo son.

Y a mucha honra.

Porque viajar por el mundo en bussines class, y hospedarse en hoteles de lujo, no es delito ni pecado.

Lo que sí está muy mal es que desoigan a la presidenta Claudia Sheinbaum cuando llame a la mesura, a la discreción, a no gastar de más, a no ubicarse en la austeridad republicana o en la medianía juarista.

El expresidente López Obrador, por ejemplo, nunca pecó de esos excesos.

El reloj que usaba era modesto, económico, lo que se dice barato.

Nadie vio que usara trajes Brioni o relojes como los de Adán Augusto, su “hermano del alma”.

Nadie le conoció excesos.

Es el mismo caso de la presidenta Sheinbaum.

Estos últimos sí pueden decirles “no somos iguales” a los priistas y panistas que durante décadas se portaron igual que los Adán Augustos y camaradas que los acompañan.

Medio kilo de tantita madre, por favor.

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