Bernie N es una puerta que conduce a Tony Gali.
Pero también Alberto Vivas y otros más que están poniendo a remojar algo más que las barbas.
Algunos son lampiños y no llegan ni a bigotito adolescente: ese bigote ralo, débil, que no alcanza a dibujarse.
Esta navidad será una extraña navidad para algunos que ya andaban celebrando quién sabe qué cosas.
Y se veía en sus tuits, en sus tiktoks y en algunas columnas que celebraron el gesto cívico —casi heroico— de Tony Gali al hacer una larga fila para vacunarse.
Poco les faltó a aquéllos redactar expresiones como éstas:
“Qué firmeza la suya al ir entre un obrero de la construcción y un desempleado / Cuánto vigor para estar de pie durante veinte minutos / Qué donaire al recibir la tercera dosis de manos de una enfermera humilde”.
Cierto: Gali fue disfrazado de pobre a vacunarse las tres ocasiones.
Y es que en febrero, en abril y en diciembre acudió vestido de mezclilla.
La primera vez fue incluso con una camiseta negra.
La segunda, con una camisa blanca.
Y la tercera, con una playera blanca.
Dos veces fue de tenis: en febrero y en diciembre.
En abril acudió con zapatos italianos.
Y en los tres casos los pantalones de mezclilla eran de la marca Valentino, cuyo precio en el mercado anda, cada uno, en los 14 mil pesos.
Muchas dudas quedan sueltas con la aprehensión de Bernie N.
Es evidente que cuando usurpó funciones para autorizar la mudanza de mobiliario del gobierno del estado a una residencia particular no actuó solo.
Alguien fue informado y autorizó.
La respuesta está en el organigrama de lo que era la Secretaría General de Gobierno durante el primer semestre de 2019.
Fernando Manzanilla Prieto era el jefe de Bernie N.
Él supo en su momento de qué se trataba esa trama de mudanza tan extraña.
Y es que es la primera vez, desde que existe la memoria selectiva, que unos ex huéspedes de una residencia oficial reclaman como suyos comedores, sillas, lámparas colgantes y otras lindezas como lavadoras y secadoras.
¿En qué cabeza cabe?
¿Y en qué cabeza cupo?
¿Y por qué no hubo prudencia?
En su rueda de prensa de este martes, el gobernador Miguel Barbosa Huerta dio en el clavo.
Palabras más, palabras menos, dijo que se llevaron esos 72 bienes muebles porque la acción tenía que ver con esa actitud de “todo es mío”.
Como olvidar que en ese mismo periodo, Manzanilla autorizó el préstamo de Casa Puebla para que Pedro Haces, senador suplente y dueño de un partido en desgracia —Fuerza por México—, ¡celebrara su fiesta de cumpleaños!
Y hubo mariachis, banda sinaloense, pelea de gallos, barbacoa y hasta pulque.
Sólo faltó una tienta de toros en el helipuerto.
¿Por qué lo autorizó Manzanilla?
Porque él proviene de esa cultura del “todo es mío”.
Y, en consecuencia, lo hizo porque quiso y porque pudo.
También quiso y pudo autorizar que Bernie N operara una mudanza ilegal.
En esta trama hay dos nombres más: el del notario René Meza Cabrera, cuya esposa —Silvia Argüello— trabajaba con Manzanilla, y el de Yunuén N, administradora por entonces de Casa Puebla.
Meza, se sabe, protocolizó la fe de hechos.
Yunuén N, en tanto, actuó junto con Bernie N al margen de la ley.
¿Por qué lo hicieron?
Porque quisieron y porque pudieron, y porque también provienen de la cultura del “todo es mío”.
¡Faltaba más!