En 2021 ocurrieron cosas extraordinarias:
Los enemigos del gobernador se aliaron a Claudia Rivera para destruirlo.
En su lógica, si la entonces presidenta municipal ganaba la reelección obtendría en automático su pase para la siguiente ronda:
Es decir: la candidatura de Morena a la gubernatura en 2024.
En esa lista se encontraban desde Fernando Manzanilla —hoy virtualmente desaparecido— hasta Tony Gali, pasando por David Méndez —secretario general de gobierno que terminó siendo defenestrado—, Rodrigo Abdala y algunas páginas web.
Durante la campaña electoral, se gastaron millones de pesos y se puso en marcha una maquinaria que parecía poderosa.
De hecho, toda la carne que metieron al asador conjugó el verbo parecer.
Claudia Rivera parecía invencible y parecía ser apoyada por Palacio Nacional.
Manzanilla parecía tener mucho peso en la oficina de Julio Scherer García, consejero jurídico del presidente López Obrador que fue echado —y sí cupo— a una taza de baño.
Tony Gali parecía tener influencia en la oficina de Olga Sánchez Cordero, secretaria de Gobernación que hoy despacha en ese camposanto llamado Senado de la República.
Rodrigo Abdala parecía tener una brutal interlocución con Gabriel García, otro cercano al presidente que hoy chilla como la llorona en los pasillos del Senado.
David Méndez parecía tener el control de muchos operadores electorales en el estado junto con Jaime Duende y Rosa Márquez.
Las páginas web controladas por Magali Herrera, jefa de prensa de Claudia, parecían tener mucha credibilidad y talento periodístico, suficientes como para mover a los ciudadanos imaginarios.
El triunfo parecía posible, sobre todo porque estos personajes habían vendido la imagen de que el presidente López Obrador y Beatriz Gutiérrez Mueller detestaban al gobernador.
¿Qué ocurrió?
Que en tres días de junio se vinieron abajo todas las expectativas y las masturbaciones públicas.
El resultado fue atroz: perdieron todos.
Incluso ahora que escribo estas líneas descubro horrorizado que todos los arriba citados están muertos: Claudia, Manzanilla, Gali, Méndez, Abdala y las páginas web.
Como en una escena de El Padrino, el gobernador acabó con ellos en cosa de una misa.
Y como es políticamente incorrecto hablar de los muertos, aquí termino esta historia de terror.
Una Puntual Aclaración. Un Hipócrita Lector me envió esta carta: Estimado Mario Alberto Mejía, sobre su columna titulada “El Charro que no es líder sindical” quiero hacer algunas precisiones: El Charro (Sergio Castro) no recibió reconocimiento como cantante o artista sino como Migrante distinguido. Recibió el reconocimiento porque en los momentos más críticos de la pandemia dispuso en varias ocasiones de su dinero personal, equipo de trabajo, vehículo y tiempo para poder ir a Fresno, California, y entregar despensas a personas desempleadas por la pandemia. La entrega se hizo a poblanos en Mi Casa es Puebla, con sede en Los Angeles, California. No lo hizo con sus paisanos, sino con poblanos. Además, Sergio da trabajo y sustento a varios poblanos y sus familias en California. Esos son los lazos que Sergio Castro tiene con Puebla. Los poblanos en el exterior han recibido mucha ayuda por años de parte de Sergio, por eso se le otorgó el reconocimiento.
Es cuanto.