Alfredo Vargas Quintanilla era aparentemente una buena persona.
Se boleaba los zapatos, lavaba su auto en las mañanas, se iba a trabajar.
(En realidad no lavaba su Suburban prieta: ordenaba que sus escoltas la dejaran reluciente).
¿Qué hacía en Puebla?
Era el subsecretario de Centros Penitenciarios de la Secretaría de Seguridad Pública del estado.
Y antes había sido funcionario carcelario en su natal San Luis Potosí.
¿Cómo llegó a vivir entre nosotros?
Es un enigma.
Tres cosas lo marcarán para siempre:
La trama Tadeo —el bebé de tres meses que fue enterrado dos veces—, su ridículo doctorado patito Honoris Causa —Honores Vero Lumine— y la sospechosa apatía que tuvo desde que llegó a su cargo para nombrar a los directores de los Ceresos regionales.
Empiezo por esto último.
En octubre pasado, una vez que llegaron a sus palacios municipales los alcaldes ganadores de las elecciones de junio de 2021, le enviaron al sanluisputense —¿o cuál es el gentilicio de los nacidos en San Luis Potosí?— sus propuestas para directores de los Ceresos regionales.
(Los presidentes municipales de las cabeceras distritales tienen ese derecho de acuerdo a la Constitución local).
¿Qué hizo nuestro Honoris Causa?
Mutis.
Un grotesco y aberrante mutis.
Y es que nadie en su sano juicio deja sin cabezas a los cada vez más conflictivos Ceresos.
Al no responder las propuestas de los alcaldes, los penales del interior del estado se quedaron sin directores.
La siguiente opción fue nombrar encargados de despacho.
¿Cuál era el fin?
No mover nada para que todo siguiera igual.
Todo mundo sabe que en las cárceles —incluyendo las españolas, las estadunidenses, las turcas— se practica el autogobierno.
En Puebla, en tiempos de Vargas Quintanilla y de la mafia chiapaneca (y antes aún), ésta ha sido la costumbre.
Por eso nuestro Vero Lumine dejó hacer y dejó pasar.
Urge, pues, que el sanluisputense sea convenientemente investigado.
Es lo menos que se puede esperar.
No basta en este caso con la destitución ya ejecutada.
Vamos al tema del ridículo doctorado de tres pesos.
Al igual que Tony Gali, el mini gobernador de Puebla que quiso ser maxi gobernador, Vargas Quintanilla se puso su toga y su jorongo para ser ungido Honoris Causa.
Así lo narró el boletín que se mandó pagar:
“El Mtro. Alfredo Vargas Quintanilla, Subsecretario de Centros Penitenciarios en Puebla, fue condecorado con el Doctorado Honoris Causa, reconocimiento que le otorgó “Honores Vero Lumine”.
“Dicho claustro tiene por objetivo entregar esta distinción honorífica para reconocer el mérito y la valía de una persona con el propósito de sumar esfuerzos a la consecución de los objetivos de las Instituciones. “Esta designación se otorga principalmente a personas eminentes que han destacado en ciertos ámbitos profesionales y que con su esfuerzo y dedicación contribuyen a mejorar la humanidad.
“La investidura se llevó a cabo el pasado 10 de septiembre en el salón ‘Concepción’ del hotel Quinta Real en la ciudad de Puebla.
“Sin duda alguna es una merecida distinción para el Mtro. Alfredo Vargas por su destacada labor en el Sistema Penitenciario del Estado, mejorando las condiciones de vida de las Personas Privadas de su libertad.
“Así mismo por ser un destacado ser humano, por sus altas virtudes cívicas, cómo ejemplo dignificante para futuras generaciones y por su amor a la humanidad y una excelente trayectoria profesional en San Luis Potosí y Puebla.
“El reconocido Mtro. Alfredo Vargas compartió las fotografías del momento en el que recibió el galardón, y agradeció a su familia por su apoyo incondicional”.
Me matan dos cosas: su “amor a la humanidad” y ese brutal afán para mejorar “las condiciones de vida de las personas privadas de su libertad”.
Y cómo no si en su época todo se vendía al interior de los Ceresos: sexo, mota y rockanrol.
Eso es amor a la humanidad.
Lo demás son payasadas.