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viernes, noviembre 22, 2024

Los santos varones contra las poquianchis voladoras

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Cuánto polvo salió de las covachas panistas por una expresión eminentemente política del gobernador Miguel Barbosa.

¿Qué dijo?

Que doña Augusta Díaz de Rivera, también conocida como Tití o La Tití, era una “integrante promiscua del Yunque”.

De inmediato, las Buenas Conciencias —esposas de los Santos Varones— se persignaron, se untaron agua bendita, fueron a un Te Deum a Catedral y terminaron por escribir diversos tuits.

Estaban como en trance: francamente escandalizadas.

Y es que al adjetivo “promiscua” le dieron una connotación sexual por culpa de los malos pensamientos que a veces las asaltan.

Nada que ver con la expresión.

El mensaje del gobernador era sobre temas políticos en los que estaban involucrados personajes políticos ligados a doña Augusta.

Y fue en ese contexto que surgió la bonita expresión “integrante promiscua del Yunque”.

Este levantón de polvo se resuelve con una reflexión:

Todos los panistas son priistas.

Todos los priistas son panistas.

Moraleja: todos los priistas y los panistas son promiscuos.

Doña Augusta no escapa a esa promiscuidad política por más que las Buenas Conciencias, azuzadas por los Santos Varones, así lo quieran.

(Cómo olvidar que en las elecciones de 2010 hicieron como que apoyaron a Rafael Moreno Valle, del PAN, cuando en realidad estaban jugándole su escaso capital político a Javier López Zavala, del PRI. ¡Qué promiscuos!, se escuchó en el búnker morenovallista).

Vuelvo a nuestra trama:

Esos mismos integrantes del Yunque son los que buscan regresar al imperio de las casas de citas, o casas de asignación, para que las meretrices o damiselas o mujeres de la vida galante —los calificativos son cortesía del mismísimo Yunque— pueden ejercer sus labores —absolutamente indecentes— en casonas del Centro Histórico de Puebla.

¡Qué puercos, qué marranos, qué promiscuos!

 

Otra del Yunque. Antes de que la primera hostia se atragantara en el primer Santo Varón, el Fraccionamiento Las Ánimas iba a tener su parque y sus áreas verdes.

¿Qué lo impidió?

El maldito negocio.

Resulta que el padre Nacho, que acaba de morir, quiso desarrollar una especie de retiro para sacerdotes en los alrededores de la Iglesia de las Ánimas.

Para tal fin, era necesario que los colonos cedieran una parte de las áreas verdes.

Enterado de la muy católica acción, el empresario Francisco Emmelhainz —patrón del hoy alcalde Eduardo Rivera y Pérez— se movió con Gabriel Hinojosa —a la sazón, presidente municipal de la Puebla levítica— para que a él y a otros santos varones les pudiera adjudicar dichos terrenos —que eran parte de las áreas verdes de Las Ánimas.

Lerdo como era, Hinojosa lo permitió de inmediato, y Pancho Emmelhainz —con el apoyo de la familia Bernat— empezó la muy noble tarea de rentar esos espacios para los más diversos negocios.

Con el tiempo ahí se instalaron, entre otros, el restaurante Kampai y la mueblería BoConcept.

Quien finalmente se quedó con el muy cristiano negocito fue doña Mercedes Elizaga, suegra de Emmelhainz, santo patrono de Lalo Rivera.

Gracias a estos santos enjuagues, Batman, Las Ánimas es el único fraccionamiento poblano sin parque ni áreas verdes.

¡Qué vulgares!

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