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sábado, noviembre 23, 2024

Los niños no deberían morir jamás (llanto por la muerte de Alexis)

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Ésta es una de las columnas más difíciles que he escrito.

Murió Alexis, hijo de mi sobrino Ofir y Dámaris.

Nieto de mi hermano y de Luz.

Bisnieto de mi padre.

Los niños no deberían morir jamás.

La muerte es cosa de adultos.

Alexis fue un niño muy amado durante sus pocos años.

Nunca dejaré de ver cómo lo amaron sus padres y sus abuelos, y cómo lo amó mi hermana Gloria, La Nena.

La gente buena siempre muere.

Aquí nos quedamos los que creemos que el tiempo es un asunto de relojes antiguos.

La gente buena, muere y se hace a un lado.

Muere, y se va.

Muere, pero nos deja para siempre una mirada diferente: una mirada llena de cosas buenas, generosas.

Alexis nunca tuvo malos pensamientos ni le hizo daño a nadie.

Sin embargo, vivió rodeado de médicos desde que nació.

Su cuota de sufrimiento no la merecía.

No merecía, tampoco, el tiempo que pasó en las camas de los hospitales.

Su madre, Dámaris, vivió realidades brutales en su trabajo y en su casa.

En el Sistema Estatal DIF de Puebla, enfrentó el sufrimiento de tutores de hijos enfermos o abandonados.

Ya en su hogar, cuidó la salud de Alexis día y noche.

Qué dura puede ser la vida con la gente buena.

Mi hermana siempre escribió que Alexis era un campeón que había derrotado todas las enfermedades.

Y vaya que lo fue.

Hace unos días, las cosas se complicaron y nuestro héroe tuvo que ser trasladado a otra cama de hospital.

Tras varios días de guerra intermitente, Alexis salió sano.

Horas después volvió.

Y cuando todo parecía superado —cuando el héroe había derrotado al dragón—, Alexis olvidó respirar en su cama familiar, y se hizo a un lado.

Murió como la gente buena.

Sin hacer ruido.

Sin aspavientos.

Murió, y se fue muy lentamente.

Poco antes de morir, Octavio Paz dijo que el arte de morir es el arte de jugar a las escondidillas.

Tiene razón.

Alexis, hijo de Dámaris y Ofirito, no ha muerto.

Sólo está jugando a las escondidillas.

Algún día, muy pronto, habremos de encontrarlo.

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