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viernes, noviembre 22, 2024

Los diputados de Ebrard marcarán la diferencia en San Lázaro

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La última vez que un aspirante a la Presidencia de México se salió del carril fue en la sucesión de Plutarco Elías Calles.

Álvaro Obregón buscaba la reelección pero su compadre Francisco Serrano le estorbaba.

¿Cómo se lo quitó de encima?

Matándolo.

(Él mismo sería víctima también, a través de una tercera persona, a manos de Elías Calles).

Todos se mataban en ese México.

O se mandaban matar.

Marcelo Ebrard se ha vuelto incómodo.

Fue el invitado a la boda que se orinó en el pastel.

O el padrino de la quinceañera que, ebrio, dijo cosas inconfesables en el momento cumbre de la fiesta.

A Ebrard no lo quieren las tribus de Morena.

Los Noroña y otros porros están furibundos con él.

Sólo lo apoyan sus treinta diputados —entre morenistas y verdes— que se han venido adelgazando en las últimas horas.

Cada hora lo abandona uno.

Sea como sea, los pocos que le sean fieles —una veintena— podrían generar un pequeño cisma en el Congreso federal.

Y es que los ebrardistas sirven para generar una mayoría absoluta, no calificada, suficiente para aprobar, entre otras cosas, el presupuesto 2024.

Los enemigos de Ebrard tendrían que pensarlo muy bien antes de descalificar a quien alcanzó un respetable 25 por ciento en las encuestas.

Como lo he venido diciendo, el número dos es tan importante como el número uno.

De hecho, el uno no se explica sin el dos.

Si el dos no está en la ecuación, el uno no será suficiente.

O sí, pero con problemas.

Este miércoles 6 de septiembre no fue un día cualquiera.

Quedará en la historia como el día en que Morena vivió en peligro.

Sólo el presidente López Obrador puede frenar la salida de Ebrard, quien está agraviado por varias cosas.

El caso es que el presidente está por salir de viaje a Colombia y a Chile, y eso reduce el margen de maniobra en lo inmediato.

Los enemigos de Ebrard tendrían que reflexionar si su movimiento puede sobrevivir sin él.

Quizás sí, pero la elección de 2024 será más que complicada.

Sobre todo si nuestro personaje aparece en la boleta presidencial.

No llegará a Palacio Nacional, pero le pegará a Morena y al presidente en donde más les duele: la mayoría calificada.

Pasan las horas, y Ebrard sigue siendo el personaje principal de la fiesta de los quince años.

Es el padrino incómodo del que todos hablan.

El invitado que echó a perder una boda singular.

 

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