Ignacio Mier aprovechó la unción de Claudia Sheinbaum como virtual candidata de Morena a Palacio Nacional, efectuada el domingo anterior, para convencer a los diputados adictos a Marcelo Ebrard —alrededor de cuarenta— de que la unidad en torno del proyecto de la 4T estaba por encima de las diferencias generadas en los últimos días.
Se veía difícil la empresa.
Este miércoles se consolidó.
Tanto así que Claudia Sheinbaum acudió a San Lázaro para recibir un apoyo inédito: el de las fuerzas vivas del ebrardismo.
Eso significa algo que es muy fácil traducir: que el Presupuesto 2024, entre otras prioridades, será aprobado sin los conflictos que se veían venir tras la crisis generada por Marcelo Ebrard.
Sheinbaum recibió con agrado a los adictos a Ebrard.
Y cómo no, si el paquete económico 2024 es una de las prioridades del presidente López Obrador.
Y en esta trama surge una pregunta:
¿Será que en el caso Puebla —en el tema de los nueve procesos internos para elegir el mismo número de candidatos— podría haber una cláusula especial que permita que uno de los jugadores por la gubernatura se registre sin pedir licencia?
Es una duda que mata.
Y mucho.
Por cierto: en una reciente entrevista que quien esto escribe le hizo al coordinador de Morena en la Cámara de Diputados apareció el efecto Ebrard:
¿Qué va a pasar con sus cuarenta diputados?, le pregunté.
La respuesta fue bañada por una natural preocupación:
“Yo empecé a hablar con ellos desde el miércoles pasado. La gente siempre ha creído que tenemos mayoría, y no es así. En Morena solo somos doscientos. Somos la primera minoría. Una vez me dijo el presidente López Obrador: ‘Es que lo haces tan fácil, Nacho, que parece que tienes mayoría’. Pues no tenemos mayoría. Implica mucha negociación mantener unida la coalición. Si se fueran nuestros compañeros —cercanos a Marcelo—, perdemos la mayoría absoluta en la Cámara. “Con aliados somos 274. Si se fueran, las mayorías se mueven”.
Y sí: pudieron haberse movido.
Pero no se movieron.
Las fechas no se movieron. El 20 de junio de 2023 —el Yellow Day, el día más feliz del año— escribí una columna bajo el título “Sonata en clave interna para los aspirantes a la gubernatura de Puebla”.
Ahí adelanté las fechas del proceso interno de Morena, mismas que este martes por la tarde empezaron a circular a través de Mario Delgado, quien tiene un pie fuera de la dirigencia nacional de ese movimiento.
Vea el hipócrita lector un fragmento de la columna que publiqué hace tres meses:
“Fuentes de solvencia me compartieron algunas fechas probables relacionadas con los aspirantes de Morena a la gubernatura.
“Una vez que concluya el proceso a la presidencia, se publicará la convocatoria.
“Esto será hacia el 23 de septiembre.
“Una semana durarán los registros.
“(…) Un mes durarán las precampañas.
“(Todo octubre).
“Después se realizará la encuesta.
“(En la temporada de muertos).
“Y entre el tres o cuatro o cinco de noviembre, sobrevendrán los resultados”.
No es magia, no es lectura del tarot, es simple y sencillamente información.
En esa columna también escribí unas líneas perturbadoras que —ésas sí— parecen dictadas desde el más allá:
“(Ahí comienza el primer infierno. El del limbo. Es el más amplio de todos y en él los prados son verdes. —Laura Garófano, El Español)”.
Bienvenidos al limbo, pues.
Nosferatu en la campaña. Adán Augusto López Hernández nunca estuvo en duda ni entró en rebeldía, como tradujeron mal algunos tundeteclas.
Desde antes de que iniciara el proceso interno se sabía qué él sería el coordinador de la campaña de Claudia Sheinbaum.
Él mismo entró a la contienda con un sólo encargo: ser el tercero —como terminó siéndolo, pese a las rabietas de Noroña— en la ecuación creada, brillantemente, por el presidente López Obrador, quien, a su vez, se inspiró en nuestro Churchill veracruzano: Adolfo Ruiz Cortines.
(Ni menos de tres, ni más de tres. El resto es paja).
Adán Augusto es, nadie lo ignora, la sombra del presidente: un Nosferatu tabasqueño muy cercano a Palacio Nacional.
El hecho de que sea coordinador político de la campaña de Sheinbaum fue una decisión que tomó el presidente antes del proceso, con lo que se confirma que el bastón de mando está ligeramente envenenado.
Eso no significa que la virtual candidata de Morena pierda movilidad.
Para nada.
Sólo garantiza que los acuerdos se cumplan.
Nunca está de más un Nosferatu en el cuello de la bella.
Enternece leer algunos sesudos comentarios que minimizan la fuerza del presidente y concluyen que la doctora Sheinbaum se ha convertido de facto en la única dueña del movimiento de la 4T.
Salvador García Soto, en su columna “Serpientes y escaleras” de este miércoles, narra estrictamente lo contrario:
“La tarde de ayer martes, a la hora de la comida, se vio llegar a la flamante coordinadora de la 4T, Claudia Sheinbaum, a Palacio Nacional. Fuentes de la Presidencia nos confirmaron que la doctora se reunió en privado con el presidente López Obrador y dialogaron por varias horas sobre las decisiones que se tomarán en Morena para la definición de candidatos a gobernador y a Jefe de Gobierno de la CDMX. Ayer mismo se definió adelantar la convocatoria del partido oficialista para la elección de candidatos en las 9 entidades que tendrán elecciones en junio de 2024, y que se emitirá la próxima semana y no hasta el mes de octubre como estaba previsto”.
Las dudas matan:
¿De qué conversaron ambos personajes durante la comida?
¿Del viaje presidencial a Colombia y a Chile?
¿De los cincuenta años del golpe militar de Pinochet?
¿De la próxima boda de la doctora Sheinbaum?
¿De lo bien que se siente el presidente al renunciar al poder político?
¿Quién es la Martha Delgado de los aspirantes poblanos? Dice Raymundo Riva Palacio que la kriptonita de Marcelo Ebrard se llama Martha Delgado, sedicente coordinadora de su precampaña y exsubsecretaria de Asuntos Multilaterales y Derechos Humanos de la Cancillería.
Esta mujer se adueñó de la mente de un personaje necesitado, siempre, de algún superior que le marque rutas críticas.
Al notar su debilidad —siempre al decir del columnista de El Financiero—, Delgado se le metió como la humedad y se adueñó de su agenda política.
Y fue entonces cuando empezó a humillar a los cercanos, a tomar decisiones unipersonales y a aislar a su jefe.
El resultado es visible: Ebrard perdió su capital político en unas cuantas horas y pasó a valer menos que un kilo de tortillas.
¿Cuántas Marthas Delgado vuelan por encima de las cabezas de algunos aspirantes a la gubernatura de Puebla?
Ufff.
Se cruzan apuestas.