Las elecciones se ganan con votos, dijo el gobernador Miguel Barbosa Huerta al ser interrogado sobre la inminente elección para renovar la dirigencia estatal de Morena.
Esos votos que no tienen los aspirantes de siempre: aquellos que fueron derrotados en la elección de junio de 2021, luego de encabezar un gobierno municipal que dejó rotos los espejos, las mesas y la vajilla del Palacio de Charlie Hall.
La lógica de los perdedores —¡sorpresa: creen tener una lógica!— es que los “verdaderos” morenistas —¿12, 15, 18?— los llevarán al triunfo.
En esa sed desmedida de ambición, ya hasta revivieron, cuando menos en Twitter, algunos finísimos personajes como Andrés García Viveros (Jack, el Depredador), quien tiene una denuncia de acoso sexual interpuesta por una extrabajadora de la administración morenista.
Jack ha empezado a moverse para que su grupo llegue, primero, a la dirigencia estatal, y de ahí saltar, después, a la candidatura a la gubernatura.
Son los mismos que, una vez que perdieron brutalmente los comicios pasados, anunciaron que llegarían a la posición que dejaría el triste Rodrigo Abdala de Bartlett: la Súper Delegación de Bienestar.
Pero los días corrieron, llegó el invierno, y Abdala se fue… y el nombramiento no llegó nunca.
O sí, pero no a su granjita.
Entonces inventaron que una de las suyas se incorporaría al gobierno federal, donde era muy querida por los dulces poblanos que llevaba —además de los notables chismes.
Y otra vez pasaron las semanas y los meses, y nada de eso ocurrió.
Nuevas plagas vinieron —las del coronavirus, las de la viruela negra—, y nuestra tropa loca se quedó en el vulgar desempleo en calidad de paria.
Hoy que viene la elección, ahí están, bien portaditos, como no lo estuvieron los tres años de ese gobierno ruin, corrupto, lleno de factureras y negocios sucios.
Y es que creen que los electores son locos o pendejos —locos, pendejos y desmemoriados—, y que ya olvidaron los fracasos y las promesas incumplidas.
Y ya andan por ahí, ofreciendo los dones que no tienen en nombre de los padrinos que los dejaron solos.
Solos y desempleados.
Olvidan algo: eso que dijo este lunes el gobernador en su Mañanera: las elecciones se ganan con votos.
Votos sencillos y humildes, como una col.
O como un rábano.
O como un tubérculo.
¡Eso!
Como un tubérculo.
Votos que gozan de cabal salud.
El “No” a Palou. El amigo del compadre de un señor me platicó la siguiente historia:
Pedro Ángel Palou, nuestro mejor escritor poblano, quería presentar México, su más reciente novela (editorial Planeta), en la Casa de la Cultura que lleva el nombre de su muy querido padre.
La razón era emblemática:
Es la primera novela histórica de Pedro Ángel que don Pedro no alcanzó a leer.
Para tal fin, el escritor y columnista de Hipócrita Lector pidió el espacio a través de un tercero.
Y ahí empezaron los problemas.
Al trascender que entre los invitados especiales de Palou se encontraban los exgobernadores Melquiades Morales Flores y Guillermo Pacheco Pulido, Sergio Vergara, secretario de Cultura, dijo que eso parecería “destape”.
Y cerró con un “no” contundente.
“Demasiados priistas para la presentación de un libro”, dicen que asentó.
Ni cuando Pedro vivía en Puebla aspiró a ser candidato a algún cargo de elección popular.
Menos ahora que vive en Boston desde hace varios años.
Qué grave que al mejor escritor poblano le hayan negado la Casa de la Cultura.
Es como si a Carlos Fuentes, en su momento, le hubiesen cerrado las puertas del Colegio Nacional.
Este martes, por cierto, Pedro Ángel presentará su novela en el Salón Barroco, del edificio Carolino de la BUAP, a las seis de la tarde.
Y ahí estarán seguramente don Melquiades y don Guillermo sin intención alguna de destapar a nadie.