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jueves, noviembre 21, 2024

La orgía misógina de los machitos de Twitter (Retrato de una dama)

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Con claros tintes misóginos, las hordas machistas se han lanzado ahora en contra de Isabel Merlo Talavera, secretaria de Educación Pública que sustituyó al mediocre José Luis Sorcia.

Los odiadores —entre los que destaca Carlos Torres, dueño de una granja de bots panistas— argumentan con faltas de ortografía y redacción que la profesora Merlo carece de cédula profesional.

(Juan Rulfo apenas terminó la primaria, pero eso no fue inconveniente para que escribiera una de las mejores novelas hispanoamericanas del siglo XX).

La exdiputada, en efecto, carece de cédula profesional, pero nunca ha dicho que la tenga.

Y no la tiene porque cuando estaba estudiando la licenciatura en la Normal le fue ofrecida una plaza de profesora, misma que aceptó.

Y luego pasó a ser directora de escuela.

Y luego se convirtió en representante sindical.

En otras palabras: no concluyó la carrera porque se involucró de lleno en el mundo magisterial.

Hay que decirlo: el problema de muchos extitulares de la SEP ha sido que pese a sus maestrías y doctorados no entienden a los profesores ni a los trabajadores del magisterio.

Menos aún, faltaba más, a los alumnos.

Merlo Talavera entiende mejor que muchos los problemas que enfrenta la educación pública porque los ha vivido durante años.

En tiempos recientes —del marinismo para acá—, hemos visto a recién llegados que jamás terminan por entender el magisterio y se dedican sólo a hacer negocios.

Ejemplos son los que abundan.

Recuerdo, entre otros, a Cuco el Guapo: un personaje que enamoraba a las funcionarias que dependían de él con su órgano melódico.

Otros de sus atributos: es una mujer recta y honesta, aspectos que se necesitan mucho en la SEP.

Isabel Merlo, hay que decirlo, fue profesora ante grupo en una escuela rural unitaria.

Eso la dotó de una sensibilidad que le permite conjugar la pasión por la enseñanza con la administración, pues ya fue presidenta municipal de Huaquechula y delegada de la Procuraduría Agraria.

La hoy secretaria trabajó en un restaurante griego durante una estancia como migrante en New York.

En esa ciudad trabajó en una factoría coreana y diseñó planes de estudio en español para empresarios estadunidenses cuyas plantillas tenían mano de obra latina.

No en balde fue directora del área de español en la Academia General del Lenguaje.

¿Seguirán agrediéndola los ignorantes machitos de Twitter perseverando en la violencia política de género?

La duda mata.

Y ofende.

 

Lengua larga, cola corta. Hay un refrán lleno de sabiduría.

Para tener la lengua larga hay que tener la cola corta.

El propio Alfredo Toxqui solía decir una frase parecida luego de que fue gobernador de Puebla.

En estos días, ese refrán parece adquirir una mayor vigencia entre nosotros.

La lengua larga es fácil tenerla, no así la cola corta.

Muchos de los que la están soltando (la lengua) la tienen, ufff, demasiado larga (la cola).

Y hay quien, como decía Toxqui, tiene las orejas grandes del elefante para escuchar mejor.

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