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jueves, noviembre 21, 2024

La marcha del domingo y las moscas en las tazas de baño

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Hay mucha bilis amarilla en la discusión sobre la marcha del domingo pasado en la Ciudad de México y sobre la que viene el 27 de noviembre en Puebla.

En otras palabras: mucha vesícula biliar.

Los detractores de la marcha la descalifican con razón por la presencia de personajes a los que nadie invitaría a comer a su casa: Fox, Elba Esther, Madrazo, Alazraki, la señora racista que injurió al presidente, Aguilar Camín, Javier Lozano, los Mastretta, Ferriz de Con, López Dóriga y otros ejemplares más de esa fauna nociva que ha hecho dos cosas: lucrar con el presupuesto y dañar las instituciones.

¿Con qué cara defienden Fox y Elba Esther al INE si en 2006 contribuyeron a pervertir al árbitro electoral —llamado IFE en ese tiempo— con el fraude en contra del hoy presidente López Obrador?

Lo mismo hicieron desde sus micrófonos los compadres López Dóriga, Ferriz de Con y Aguilar Camín.

Madrazo, Alazraki y Lozano —también compadres— hicieron lo propio desde sus respectivas tazas de baño.

Si los organizadores de la marcha —léase: Claudio X. González— hubiesen sido sensatos, habrían impedido que los arriba citados acudieran a la misma.

Y es que su presencia ensucia todo.

De hecho: lo hacen cotidianamente en los espacios en los que aparecen.

Sin ellos, la marcha hubiese tenido cierto aire realmente ciudadano.

¿De qué sirvió su presencia?

De nada bueno.

Sin ellos, pues, la marcha habría tenido el efecto que sus organizadores esperaban.

A estas alturas, todo mundo estaría hablando en otros términos de la gran concentración.

Las moscas —oh, sí— ensuciaron el enorme pastel de fresa.

Tiene razón el escritor Fritz Glockner al decir —en el programa Operación Mamut, conducido por lo que queda de Fernando Rivera Calderón— que esa marcha se ubicaba más en la protesta que en el movimiento social.

Y agregó que para convertirse en movimiento le hizo falta algo: que la causa fuera real.

“Fue una inconformidad más que una causa”, cerró.

Las moscas arriba enumeradas contribuyeron sin duda a ensuciar la protesta.

Si los Fox y compañía son los defensores de la democracia en México, me declaro antidemócrata.

Gracias, no.

Con ellos a ninguna parte.

Las idioteces que todos los arriba citados han hecho en su momento están muy lejos del umbral de la democracia.

De los denominados “cuatro humores”, que vienen desde Hipócrates —al decir del periodista español Pedro J. Ramírez—, los que más estuvieron presentes en la multicitada marcha fueron la bilis amarilla y la flema.

Los otros dos —el sanguíneo y la melancolía— estuvieron ausentes.

La concentración —biliosa y flemática— tuvo un ingrediente clasemediero que todo mundo ha subrayado.

Son los mismos que se quejan de que su sirvienta no sabe el daño que le generará la reforma electoral que quiere el presidente.

“Ni mi chacha entiende”, se quejó hace unos días una señora de peinado de tres pisos en la exlibrería Profética.

Son los mismos que gustan de humillar al valet parking o al mesero.

Son los que dan limosnas —al estilo Claudio X.— para que los pobres no estén jodiendo.

Son los que han hecho negocios fabulosos a la sombra de la democracia perdida.

A muchos de ellos no les interesa el INE.

Les interesan los contratos perdidos por culpa de la 4T.

Vuelvo a Pedro J. Ramírez:

Muchos de esos señores y señoras ahora tienen “una primavera sanguínea, un verano bilioso, un otoño melancólico o un invierno flemático, cual Bradomín en las Sonatas de Valle Inclán”.

“¿Sois almas en pena o sois hijos de puta?”, se preguntarían los dos últimos.

Son las dos cosas.

Más sesos y menos vesícula biliar, señoras y señores.

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