Unos señores togados, muy serios, poco severos, votaron por unanimidad en la Suprema —tiene nombre de carnicería, pero es la Corte de Justicia— la libertad inmediata de la señora Alejandra Cuevas Morán, sometida a un encierro injusto desde hace más de quinientos días —y quinientas noches— por la sola voluntad de un hombre que hasta hace unas semanas era uno de los más poderosos del país.
Una grabación telefónica en la que aparece el fiscal con un subalterno suyo —que hace las veces de abogado y personero— bastó para que los togados cambiaran de opinión, una vez que en la citada charla quedaban, lo que se dice, muy mal parados.
Y para no ensuciar las togas —de por sí manchadas—, los once hombres —y mujeres— tomaron la salomónica solución de romper los acuerdos visibles con el fiscal y su abogado en aras de que la Suprema —tiene nombre de tendajón de quesos— no sufriera más desdoros.
Qué follón.
Qué novelón.
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La conversación telefónica —producto de un espionaje— que culminó con la absolución de una inocente —y la de su santa madre de 95 años de edad— tiene lindezas como éstas:
El fiscal Alejandro Gertz Manero es el de la voz: “Dice (el proyecto del ministro Alberto Pérez Dayán) que hay que ser equilibrado en el análisis de las pruebas y él se dedica a hacer la apología de las conductas de esta vieja.
“(…) Me quiso ver la cara de pendejo y todavía me lo manda (el proyecto) para ver si me di cuenta o no. “(…) Ni una línea de todo lo que dijo que iba a poner.
“(…) Se volteó completo.
“(…) Yo sí tengo la certeza que muchos de los ministros no van a aceptar eso (el proyecto). Y lo van a regresar, y se lo van a dar a otro.
“(…) Fíjese que el propio presidente de la corte (Zaldívar) le tenía una desconfianza del carajo (a Pérez Dayán). Cuando yo le dije ‘no, pues fíjate (que) sí se ha portado bien.
“(…) Tenemos 3 o 4 ministros que nomás no se la van a dejar pasar, porque además no lo quieren”.
Cuánta razón tiene doña Alejandra Cuevas Morán, cuando, este lunes, al salir de prisión, dijo las siguientes frases: “Tengo la certeza que sin ustedes el Fiscal General de la República, Alejandro Gertz Manero, me hubiera sepultado para siempre en la cárcel con un delito que él fabricó, provocando un daño irreparable en mi familia y en mi vida”.
Por cierto, es a ella a quien el fiscal llamó “pendeja” en una parte de la conversación telefónica.
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Hace algún tiempo, el hipócrita lector leyó estas líneas reveladoras que publiqué en otro de los muchos diarios que he dirigido.
Las comparto por la luz que generan en estos tiempos de sombras:
Estoy con Edgardo Buscaglia en una de esas comidas adelantadas de fin de año.
Estamos en la casa de mi entrañable Marcela Jimenez, en el Fraccionamiento La Alfonsina, en Atlixco.
El murciélago de Wuhan está por aparecer en el mundo, pero aún duerme.
Octubre de 2019.
Buscaglia está de excelente humor y habla de todo: de sus estancias semestrales en New York, de su vida en una región de Italia, de su carácter de eterno exiliado errante.
Habla también de México.
De dos personajes en particular: Santiago Nieto y Alejandro Gertz Manero.
El experto en redes financieras del narcotráfico sabe que el fiscal general de la República mantiene una guerra sorda en contra del titular de la Unidad de Inteligencia Financiera.
Sabe también que es una guerra desigual, pues Nieto carece de los recursos económicos y materiales de Gertz.
Y pone ejemplos:
De más de trescientos archivos perfectamente documentados que ha enviado Nieto a la Fiscalía, únicamente tres casos —tres— han procedido.
—¿Por qué ese tortuguismo? —le pregunto.
—Porque hay muchos intereses económicos detrás de Gertz.
Tras un silencio obligado, dice que los capitales más fuertes del país pusieron a éste en la Fiscalía.
Pienso en Slim, en Salinas Pliego, en los Hank…
Lo pienso y se lo digo.
Sólo sonríe y continúa el relato.
De Gertz pasamos a hablar de su perro favorito.
Han pasado dos años de esa conversación.
Me quedo con una frase final de Buscaglia:
“Esta guerra entre Gertz y Nieto la ganará el que tenga más influencia en Palacio Nacional”.
Qué dura frase, pienso ahora que la escribo.
Hace unas horas, Nieto fue defenestrado.
Imagino la expresión de Buscaglia, sí, pero sobre todo imagino la sonrisa de Gertz.
Santiago Nieto tiene enemigos muy poderosos.
Pero los peores no son los que usan balas.
Los verdaderamente peores son los que mandan WhatsApps con fotos e historias de terror.
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¿A dónde se fue el inmenso poder del fiscal?
La liberación de la señora Cuevas Morán es una estaca en el vientre del viejo conde Drácula.
¿Qué día de éstos veremos la defenestración que sigue?
