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martes, diciembre 2, 2025

Instrucciones para no enfrentarse a Wilson, el Dios de la Hueva

Instrucciones para no enfrentarse a Wilson, el Dios de la Hueva

Nunca he tenido tarjetas de crédito porque sé que me volvería loco comprando libros y, en consecuencia, me volvería loco pagando deudas.

Lo mío son las tarjetas de débito, espacio en el que gastas sólo lo que tienes.

Mi tarjeta BBVA venció en octubre de 2024.

La última vez que la usé fue cuando me la bloquearon porque entré al Oxxo más cercano a mi casa y compré algo que a los ejecutivos de lo que era Bancomer les pareció sospechoso: un litro de leche Alpura (deslactosada), un bote de avena 3 Minutos, unas pilas Duracell y un panqué de pasas Bimbo.

Al pagar, el señor del Oxxo me dio la mala noticia de que mi tarjeta “no pasaba”.

¿Falta de fondos?

No.

Un bloqueo inexplicable.

Al llamar al número de atención a clientes me dieron la estúpida razón del bloqueo.

No reproduzco el diálogo por amor al sentido común.

¿Qué puedo hacer?, pregunté.

Vaya a una sucursal y hable con un ejecutivo de cuentas.

No fui.

Y me quedé con el bloqueo.

No había tenido oportunidad de cambiar la tarjeta porque mis operaciones (Rappi, Uber) las hacía a través de la tarjeta digital.

Todo iba bien en esta trama hasta que todo se descompuso.

Un día escribí mal mi contraseña y la aplicación se bloqueó al instante.

Volví a llamar.

El consejo que me dieron fue que acudiera a una sucursal.

Fui a BBVA de Zavaleta.

Saqué turno, esperé media hora y por fin me atendieron.

Le expliqué el motivo a un cajero desganado.

Me pidió mi INE.

“No tengo”, respondí.

“Pero aquí está mi pasaporte”, agregué.

Fue inútil.

Sin mi INE era imposible hacer el trámite.

“No vengo a votar. Sólo quiero una tarjeta nueva”, le dije al Dios de la Hueva.

Sonrió como lo hace la gente desganada y me dijo que pasara con un ejecutivo de cuenta.

—¿Cuánto tiempo esperaré para que me atienda?

—Una media hora —respondió con el mal del puerco encima.

(Este mal ataca después de una comida fuerte).

Me fui de la sucursal, pero antes de irme le dije que su servicio era pésimo.

“Fue un placer atenderlo, caballero”, respondió entre bostezos.

Me siento Elon Musk cuando el presidente Trump lo corrió de la Casa Blanca y de su vida.

Tal vez en 2027 algún ejecutivo de cuentas de BBVA se compadezca de mí y me desbloquee la aplicación.

Algo he aprendido: no volveré a hacer, nunca más, compras sospechosas relacionadas con la leche (deslactosada), los panqués de pasas o los botes de avena.

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