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sábado, noviembre 23, 2024

Infancia política es destino (El caso Zavala)

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La tragedia a veces llega disfrazada de comedia. 

O viceversa. 

Javier López Zavala tenía todo para ser gobernador de Puebla. 

Mario Marín, su mentor, lo fue llevando desde la alcaldía a posiciones que generaron envidia entre los marinistas del grupo compacto. 

Una vez que Marín llegó a la gubernatura, no dudó en colocarlo en una posición de privilegio: la Secretaría de Gobernación. 

Mario Montero fue uno de los primeros que se inconformó junto con su compadre Valentín Meneses. 

Ellos, pioneros del primer grupo compacto, se sentían con mayores derechos que Zavalita, como le decían para descalificarlo. 

El abogado chiapaneco era como el hijo del nuevo gobernador, en tanto que Montero y Meneses eran los hermanos del clan. 

En la historia de las sucesiones, los hijos siempre les ganan la puja a los hermanos. 

Ésta no fue la excepción. 

Ya en la antesala del poder —dueño de los ojos del gobernador; dueño, también, de su agenda política—, empezó a armar su proyecto para sucederlo. 

Con un plumón, y entre canciones de KPaz de la Sierra, tachó a muchos y palomeó a otros. 

Su agenda se saturó. 

Su oficina —debajo de la del gobernador en Casa Aguayo— se volvió el filtro habitual. 

“Que lo vea Zavala”, decía para todo Marín Torres. 

Y veía todo. 

Incluso Rafael Moreno Valle, a la sazón líder de la Cámara de Diputados, acudía a la oficina de Zavala para acordar la agenda legislativa con él. 

Los celos aumentaron al ritmo de las conspiraciones. 

Los antizavalistas estaban dispuestos a todo en aras de que no llegara. 

Y no llegó. 

El día de la elección —tras una serie de extraños acontecimientos que desembocaron en su candidatura a la gubernatura—, Mario Marín bajó los brazos, no operó una sola casilla, y Moreno Valle —ya convertido en el abanderado del PAN— barrió al PRI por completo. 

Esa noche se dio una réplica de la noche triste de Cortés: caras largas, llantos prolongados, maldiciones… 

Y todo aderezado por Zacapa 23 años. 

Al día siguiente, Marín ya era el traidor. 

Ufff. 

Cuando el destino nos alcanza, la cosa se pone mal. 

Javier López Zavala se fue a vivir al Desencanto. 

Y eso, ya lo sabemos, genera dicotomías. 

Este lunes, a eso de las 11 de la mañana, fue aprehendido como presunto autor intelectual del asesinato de Ceci Monzón, con quien procreó un hijo. 

El 24 de junio se casaría en el templo de San Francisco Acatepec con Lupita Mani. 

Otra boda que tendrá que cancelarse. 

Javier será enviado seguramente al penal de Tepexi donde se encontrará con Arturo Rueda. 

Infancia política es destino. 

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