Detrás de un chisme, hay un chismoso.
Pero el chisme —tan a la baja socialmente hoy en día— fue lo que hizo la diferencia entre neandertales y sapiens hace unos 70 mil años.
Además del aumento de peso del cerebro y de la postura erecta, los sapiens domesticaron el fuego y se dieron al chisme.
Es decir: transitaron la carretera del cruce de información.
El chisme, nos dice Yuval Noah Harari —en su indispensable “De animales a dioses”—, socializó la conversación.
“No basta —dice— con que algunos hombres y mujeres sepan el paradero de los leones y los bisontes. Para ellos —los sapiens— es más importante saber quién de su tropilla odia a quién, quién duerme con quién, quién es honesto y quién es un tramposo”.
Esto viene a cuento, como buen chisme, con lo que ocurrió hace unas horas en la Mañanera del gobernador Sergio Salomón Céspedes Peregrina, cuando alguien le preguntó acerca de un tuit de Fernando Manzanilla Prieto, exsecretario de Gobernación, en el sentido de que los dos están muy contentos con @PARDOMA13, su entrenador.
La respuesta del gobernador transitó en varias vías.
De entrada, lamentó que de una u otra forma se esté ventilando “lo que pasa al interior de mi hogar”.
Y vinieron un anuncio y una admonición :
“He decidido terminar la relación con el entrenador. No sé quién filtró este tipo de información: si fue él o quien me lo recomendó”.
Luego vino una reflexión:
“Considero un ataque a mi privacidad el hecho de que se haya filtrado este tema, porque es dentro de mi hogar. Y es algo inaceptable. Qué tristeza que no se pueda confiar en la gente. Pero qué lástima que se agarre cualquier tipo de pretexto para tratar de sacar raja política o de confundir a la gente”.
Antes había dicho que el desafortunado tuit de Manzanilla buscaba “presuponer algún tipo de acción y de situación que lo único que busca es sembrar dudas, y, dirían en mi pueblo, meter cizaña”.
En efecto:
El inocente tuit tenía como fin sembrar la idea de que el gobernador y Manzanilla entrenaban juntos.
O que eran tan cercanos que compartían entrenador.
Textualmente dijo: “Tanto @SergioSalomonC como yo, estamos muy contentos con @PARDOMA13”.
Según los manuales del chisme —hasta Churchill habló de la naturaleza de este ejercicio de socialización—, el chismoso busca crear una idea a través de su revelación.
Manzanilla quería decirle al mundo tuitero que él y el gobernador eran muy cercanos, tanto así que estaban muy contentos —siempre en plural— con las rutinas que les ponía el entrenador Pardo.
Esta infidencia cruzada con un vil chisme generó la respuesta del gobernador.
Pero hay algo más:
También envía un mensaje a todos aquellos que en varias mesas andan revelando las cosas de las que se enteran gracias a su cercanía con él.
Cosas en apariencia inocuas —y que pueden ser inicuas—, y que a veces corren demasiado rápido.
Los chismes, desde hace 70 mil años, circulan rápido.
Shakespeare es un buen ejemplo de ellos.
El chisme está de manera preponderante —disfrazado de intriga— en Macbeth y en Otelo.
También está en el Quijote.
Y qué decir en la política.
Parafraseando al clásico:
“Todo tiene que ver con el chisme excepto el chisme. El chisme tiene que ver con el poder”.
Ya le llegó el mensaje a Manzanilla, quien se salió por peteneras al decir que su chisme se alimentó de una historia que el entrenador publicó en Instagram.
Falta ver si los otros destinatarios del mensaje del gobernador —empresarios, periodistas, políticos— ya se pusieron el saco hecho a la medida.
La duda mata, y corre tan rápido como el chisme.