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jueves, noviembre 21, 2024

El síndrome “Nalgas a la pared” ronda en las elecciones

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Si la ley electoral se aplicara en México no quedarían precandidatos. 

Ni uno solo. 

(O sí: sólo el patético Noroña, quien no ha violado la intraducible LGIPE). 

Hagamos un escenario: 

El Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) tiró las aspiraciones de Sheinbaum, Ebrard, Adán Augusto y Monreal por sus constantes actos violatorios de la LGIPE, y por diversos temas relacionados con la fiscalización de los recursos (utilizados en la colocación de más de un millón de espectaculares y anexas). 

En consecuencia: 

Sólo queda vigente la aspiración de Noroña, el autodenominado heredero natural del compañero presidente. 

Sería un caos. 

El síndrome Nalgas a la Pared tomaría cuerpo. 

Supongamos que los aspirantes lanzados al vacío por el TEPJF (en función de la LGIPE) recurren a la SCJ (la Suprema, pues), en aras de defender sus derechos políticos. 

Por mayoría, los ministros de la señora Piña confirmarían las marrullerías detectadas y castigadas por el TEPJF. 

(El caos acabaría con los buenos humores del verano). 

Adiós, Morena, adiós. 

Sólo quedaría Noroña. 

Es decir: sólo quedaría el espanto. 

Lo bueno es que el TEPJF no haría eso ni en sueños porque desde que tengo yo memoria la ley sólo sirve para meter a la cárcel al señor que se robó una gallina en Chichiquila. 

Gracias a la inexistencia de la LGIPE, nuestros precandidatos (incluyendo los poblanos) seguirán recorriendo la ruta del Progreso, las Instituciones y la Reforma Social. 

¡Soluciones jóvenes a problemas viejos! 

¡Orden, ornato y onradez! 

 

 

El moco del guajolote. Hay demasiada propaganda en el ambiente. 

No sólo la de los aspirantes a ser algo. 

(Esos aspiracionistas masacrados en La Mañanera casi todos los días). 

Difundir una encuesta que favorece al licenciado Fojaco o al licenciado Popocatl es hacer propaganda. 

Mala propaganda. 

(La buena es subliminal). 

Leer en una columna que el “bueno” ya no es el licenciado Popocatl sino el licenciado Fojaco, es hacer propaganda. 

Utilizar tristes tópicos —o lugares comunes— para decir que el ascenso en las encuestas del licenciado Fojaco es la “crónica de una victoria anunciada”, no sólo es mala propaganda sino vomitiva y ausente de imaginación. 

(Pobre García Márquez). 

Se puede decir, sin decirlo, que el licenciado Fojaco va muy bien, pero los propagandistas no saben de eso. 

Ni siquiera están interesados en utilizar fórmulas nuevas. 

(No se le pueden pedir peras al licenciado Popocatl, mejor conocido como el Olmo, por hueco y vacío). 

Asegurar que el licenciado Fojaco quiere ser el feto en el aborto —porque busca figurar en todos lados—, es ruin pero creativo. 

Estamos saturados de propaganda. 

Y toda propaganda es grosera. 

Lo difícil es separar la información de aquella. 

Ahora mismo estoy haciendo propaganda. 

Adivine el hipócrita lector en favor de quién. 

¿Del licenciado Fojaco o del licenciado Popocatl? 

He ahí la clave en falocracia. 

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