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miércoles, octubre 9, 2024

El gobernador y un monstruo llamado Instituto Nacional de Migración (la otra sombra de Trump)

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En plena gira por Teziutlán —a mediados de agosto—, Sergio Salomón y Gaby Bonilla me contaron que en alguna parte de Twitter alguien había escrito que ambos estaban muy metidos en sus clases de inglés, una vez que el gobernador se convertiría en embajador al término de su administración.

Reían divertidos al tiempo que yo les pregunté: “¿Y es cierto eso de las clases de inglés?”.

Ahora fueron sonrisas que escondían algo, y cambiaron de tema.

De buena fuente sé que el gobernador rechazó —o dijo “no”— a la primera invitación a ser comisionado del Instituto Nacional de Migración (INM), pero la entonces presidenta electa le insistió una y otra vez hasta que lo convenció.

Nuestro personaje quería darse un tiempo para su familia, cosa complicada de hacer en esa posición que se convierte en parte toral de la nueva política de seguridad pública y en eje central de la relación con Estados Unidos.

Y en qué momento.

En la antesala, nada menos, de que Donald Trump rebase a Kamala Harris en las encuestas y se convierta, una vez más, en presidente de Estados Unidos.

Trump —feroz enemigo de los inmigrantes de origen mexicano— seguramente volverá a dar manotazos oligofrénicos en la mesa tras ganar las elecciones.

Y una vez en el poder, su metralla sobre el tema no tendrá fin.

La presidenta Sheinbaum necesitaba al frente de ese instituto a un hombre con el perfil del gobernador: conciliador, negociador y respetuoso de los derechos humanos.

(Es tan conciliador que lo he visto domesticar a los opositores más violentos).

El fenómeno migrante en el país está por igualar las ganancias económicas que deja el narcotráfico, lo que ya es decir mucho.

Y es que la trata de personas tiene un caldo de cultivo en las dos fronteras de México.

Sobre todo ahora en la región de Chiapas, donde los cárteles trafican con los migrantes y, por una fuerte cantidad de dinero, los conducen —con el aval corrupto de funcionarios que trabajan en el Instituto Nacional de Migración— a la frontera norte, y más allá.

Son los nuevos “polleros” con uniforme y armas largas.

Con esa informalidad criminal se encontrará Sergio Salomón una vez que rinda protesta, después del 13 de diciembre, de su nuevo cargo.

Recuerdo lo de las clases de inglés y todo adquiere sentido.

Y es que la nueva oficina del gobernador será un avión, ya que su agenda oficial estará plagada de viajes dentro y fuera del país.

Y algo más: tendrá una relación permanente con Omar García Harfuch (secretario de Seguridad Pública), Rosa Icela Rodríguez (secretaria de Gobernación), Juan Ramón de la Fuente (secretario de Relaciones Exteriores) y los sistemas de inteligencia tanto mexicanos como de Estados Unidos.

Sobra decir que en su radar también estará el secretario de la Defensa Nacional, el titular de la Marina y el mando que está a cargo de la Guardia Nacional.

Hay que decir que, en algunos estados del país, los delegados del INM son almirantes o generales.

La presidenta Sheinbaum eligió a Sergio Salomón para ese puesto por varias razones, además de las expresadas durante la mañanera de este martes.

Entre éstas, por su capacidad para el diálogo y su respeto a los derechos humanos.

Y éste es precisamente el sesgo en el que le hizo más énfasis ahora que lo convenció de que aceptara.

El INM tiene pésima fama, pues se conocen historias truculentas ligadas a la trata de personas y a la tiranía con los migrantes.

Un caso emblemático fue el infierno que vivivieron decenas de migrantes en una instalación del gobierno federal en Ciudad Juárez, Chihuahua, donde murieron quemadas 39 personas —y 27 más terminaron heridas—, provenientes de Centro y Suramérica.

Esto ocurrió el 29 de marzo de 2023.

Esas imágenes de terror —faltaba menos— mancharon brutalmente al INM.

Humanizar el organismo es lo que llevó a la presidenta Sheinbaum a invitar a Sergio Salomón.

Cosa curiosa: él mismo fue migrante en su juventud, pues en su momento atravesó el Río Bravo en búsqueda del sueño americano.

Hoy, muchos años después, será el comisionado de un instituto ligado a esa trama.

Un instituto que, por cierto, hace tiempo perdió lo que hoy buscará regresarle el gobernador de Puebla: el corazón y el sentido humano.

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