La marcha de este domingo derrotó las narrativas de muchos: los claudistas (del verbo claudicar), los manzanillistas (del verbo maicear) y los lalistas (del verbo lelear).
No entiende qué pasó.
Se limitan a pedir informes sobre las placas del tráiler que los arrolló.
Perdieron todo en un breve espacio.
Sólo les quedan las mesas de café.
Antes tenían los palacios y los enormes presupuestos para su prensa confiable.
Hoy, ésta figura en la lista de desaparecidos.
A algunos sólo les quedaron las redes sociales.
No está mal para la crisis mental en la que viven.
Los claudista (del recurrente verbo claudicar) descalifican la marcha del domingo porque su condición de solitarios los apabulló.
Por eso también descalifican a los nuevos morenistas que ocuparon sus espacios en las calles y los templetes.
Descalifican los discursos.
Y convierten a algunos moneros —como El Fisgón— en sus gurús de cabecera.
(¿Dónde quedó el Jodorowsky poblano que tenía reflexiones más creativas?).
Los manzanillistas (del inocultable verbo maicear) también viven el otoño de su descontento.
(El valet Paco Ramos no sirve para mucho).
Escupen sobre la marcha desde sus mil seguidores en Twitter.
Se creen influencers y no influyen ni en sus casas.
Sólo les quedan el grito y la matraca.
Desde esa marginalidad denunciaron este domingo la “brutal represión” de quienes custodiaron al gobernador durante la marcha.
Brutal represión que no dejó lesionado alguno.
Ninguna cámara o lente cayó al suelo.
Ninguno de los embestidos terminó en el hospital.
Nadie rodó por este valle de lágrimas.
Ningún “curita” se vendió en las farmacias.
Qué salvaje represión puede ser ésa que no dejó heridos sobre la carpeta asfáltica.
Sólo para eso les dio su infelizaje.
Los lalistas (del oportuno verbo lelear) son otros de los damnificados.
Sus cuentas no les alcanzan ni para volver a ganar la ciudad de Puebla.
Su músculo electoral es de lo más minúsculo.
Y lo peor es que sus aliados —priistas y panistas— también marcharon con el gobernador.
Con esas pobres cuentas no les alcanza para ganar el estado en 2024.
Hubo lalistas que, refugiados en las redes sociales, sólo lanzaron escupitajos y maldiciones.
Tendrían que seguir el ejemplo de los claudistas (del verbo claudicar) y refugiarse en los cafés.
Un cafecito o un consomé ayuda al alma.
Sobre todo si ésta ya es alma en pena.
Dura es la vida de los parias.
Sobrevivir, tarea difícil.
La marcha del domingo enterró a algunos personajes emblemáticos.
Y los que quedan, ¿sois almas en pena o tan sólo hijos de puta?