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jueves, noviembre 21, 2024

El día en que el gobernador corrió a los chiapanecos

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Raciel López Salazar despacha en la Delegación de la Fiscalía General de la República de Quintana Roo, pese al pésimo expediente que carga en el lomo. 

Quien esto escribe lo adelantó desde el miércoles 13 de abril, en plena Semana Santa, a través de las redes sociales. 

Días después, la agencia Quadratín confirmó su llegada citándome como fuente. 

Quien estaba al mando de la hoy sufrida Delegación —Raúl Coronel Machado— fue designado subdelegado. 

El clima en ese estado ha empezado a enrarecerse, pese a que López Salazar llegó solo. 

Por el momento. 

Sus cuadros están a la espera de una llamada para aterrizar en Cancún. 

Fuertes nubarrones negros amenazan lluvias. 

Un viento helado atraviesa las sesiones de Seguridad, a las que nuestro personaje se incorporó desde el primer minuto del Jueves Santo. 

Hay una tensa calma, como dicen los viejos reporteros de policía. 

En la conversación “Hablando del Futuro”, realizada hace un año, el gobernador Miguel Barbosa Huerta también habló del pasado. 

Y de un tema en particular: El desorden y la corrupción que dejaron en Seguridad Pública del estado los denominados “chiapanecos”: Raciel López  y sus colaboradores, a quienes no dudó en calificar de “hampones”. 

Le dejo al hipócrita lector unos fragmentos de aquel diálogo. 

Y es que arrojará mucha luz en el contexto de Quintana Roo: 

Mario Alberto Mejía (MAM): ¿Qué pasó con los chiapanecos que llegaron a tu administración, gobernador ? 

Miguel Barbosa (MB): Una mafia. Resultaron una mafia. 

MAM: ¿Qué pasó con Raciel López Salazar, extitular de Seguridad Pública? 

MB: El jefe de la mafia. 

MAM: ¿Quién te lo recomendó? 

MB: Me lo trajeron a sentar. Era el momento de la crisis de seguridad que tuvimos con el asesinato de tres estudiantes de medicina y el conductor de Uber, en Huejotzingo. Debíamos tomar decisiones y teníamos que hacer algo rápido. Raciel es un hombre experimentado, pero lo rodeaba un equipo de puro mafioso. Tuve que tomar la decisión de su relevo porque ya no se podía. 

MAM: ¿Cómo se encendieron las luces rojas? 

MB: Se encendieron todas, ¿eh? El tema de seguridad pública es muy poroso. Se habían formado grupos dentro de la policía estatal que estaban vinculado a la delincuencia. 

MAM: ¿Pero no fue la época aquella en que detuvieron a muchas bandas? 

MB: Sí. Fue esa época. Se detuvo a mucha gente, pero fue sustituida por otras. ¿Me explico? La policía estatal ya no era del gobierno: Era de Raciel y sus chiapanecos. 

MAM: Quitaron al Moco, pero dejaron al Moquito. 

MB: Así de sencillo. Y todo eso está en averiguaciones, ¿eh? MAM: Gobernador, tú veía a Raciel López todos los días en las reuniones de seguridad. 

MB: Sí. 

MAM: ¿Y en qué momento empezaste a percibir que algo no estaba bien? 

MB: Cuando vi que las instrucciones que yo daba, él las valoraba para decidir si las cumplía o no. Eso es lo peor que le puede pasar a un servidor público: cuando tiene un jefe jerárquico que le da una instrucción y valora si las cumple o no las cumple. 

En el caso de Raciel, llegó ese momento en que ya nada era cierto. Imagínate lo que me dijo de ese tal Toro (Pedro León Toro Peña,  exsubsecretario de Operación Policial)… Le dije: “Investiga esto, investiga lo otro”. Y me salió con eso de que “no es cierto, es un gran servidor público. Honesto, leal. Es un defensor de los derechos humanos”… ¡Eso me dijo de ese hampón! En ese momento pensé: “¡Está perdido!”. 

MAM: ¿Cómo fue la ruptura? 

MB: No hubo ruptura. Fue una decisión. Los temas de seguridad los consulto con el Ejército y con la Fiscalía. Yo no soy quien deba tomar solo esas decisiones… 

MAM: ¿Y ellos coincidieron en tu visión? 

MB: Claro. Es un asunto también político, de mando. Los temas de seguridad en tu estado los tienes que compartir con las instituciones. Así debe ser. Yo hago todo así. 

MAM: O sea: ¿No fue una decisión unilateral? 

MB: Fue una decisión unilateral compartida, pues. Si me hubieran dicho que no, de todas maneras la decido yo, pero tengo que formar ese ambiente de colaboración y consenso. 

MAM: ¿Habían visto cosas extrañas también? 

MB: Esto es muy reservado. En ese mundo de la seguridad pública se maneja un lenguaje muy cuidadoso. Se tienen relaciones muy cuidadosas. Hay que saber transitar en ese mundo. 

MAM: ¿En qué momento diste el manotazo en la mesa? 

MB: Dos días antes de que dí la instrucción. Llamé y dije: “Lo voy a hacer de un jalón”. 

MAM: ¿Llamaste a Raciel? 

MB: Llamé a los que te dije. A él no. Dije: “Vamos a relevar a todos y al final a Raciel”. Y cuando supo que estaba relevando a todos, menos a él —porque de un sólo jalón los dí de baja—, entendió que tenía que darse de baja, y vino a presentarme su renuncia. 

MAM: ¿Lo viste personalmente? 

MB: Sí. 

MAM: ¿Qué te dijo? 

MB: Que entendía que los ciclos se cerraban, y que agradecía la confianza. “No va a encontrar nada”, me dijo. 

MAM: No, bueno, se llevaron todo, ¿no? 

MB: ¡Todo! 

MAM: ¿Se llevaron documentos? 

MB: Siempre se llevan documentos. Una de las cosas que los funcionarios públicos desleales hacen siempre es llevarse documentos.  

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