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martes, abril 23, 2024

El alcalde católico y la usura de su Ayuntamiento

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En cada administración municipal poblana lo normal es que el ayuntamiento sea tolerante con el arzobispado en el tema de los pagos del impuesto predial.

Hasta Claudia Rivera Vivanco fue generosa en este punto.

¿Qué se podría esperar de un ayuntamiento encabezado por un sedicente católico como Eduardo Rivera Pérez?

Un trato similar.

Pues no.

Tome nota el hipócrita lector de esta historia.

En febrero de este año, el arzobispado pidió una prórroga en aras de poder solventar dicho impuesto.

Lejos de otorgarla, el ayuntamiento envió en julio un brutal oficio en el que ya no sólo requería el pago vencido, sino que a la cuenta le sumaba onerosos recargos.

Así actúa quien de día come hostias y de noche las vomita.

Rivera Pérez siempre saca a colación a Dios en sus discursos.

De hecho, antes de las sesiones de Cabildo se persigna y reza tres aves marías.

Hoy queda claro que lo suyo es simulación.

Mi fuente, que pidió la gracia del anonimato, me dejó en claro que el Arzobispado no pretende evadir la responsabilidad del pago del impuesto predial ni mucho menos.

Solicitó una prórroga únicamente para reunir el monto requerido.

Y ya sabemos que una prórroga no se le niega a nadie.

Lo que sorprende es que un gobierno manejado por el Yunque —tan piadosos como son sus Santos Varones— recurra a la usura y a los oficios rudos.

Por la usura, diría el poeta Pound, nadie tiene casa de buena piedra.

Y más:

“Duccio no trabajó para la usura / ni tampoco Piero della Francesca / ni Zuan Bellin, ni La calumnia / fue pintada para la usura, / ni Fra Angélico ni Ambrogio Praeda / trabajaron para la usura / ni se hizo para ella ninguna iglesia”.

La usura de Eduardo Rivera Pérez irá prendida a él cada vez que se encomiende a Dios antes de cada discurso.

526 sacerdotes o ministros de culto en todo el arzobispado ya saben de qué está hecho.

¡Va de retro, Satán!

 

La hipocresía de la Ibero. Qué extraño y ominoso silencio han guardado los directivos de la Universidad Iberoamericana Golfo Centro ante el terrible caso protagonizado por un estudiante suyo en el jardín de niños Tonatiuhcali, del Grupo Voluntario Mexicano Alemán A.C (perteneciente a la fundación Casa del Sol), ubicado en la colonia Concepción La Cruz, en San Andrés Cholula.

Como el lector recordará, un niño Ibero abusó sexualmente de seis niñas de tres años de edad hace algunos días.

¿Qué hicieron los directivos cuando fueron informados del horroroso caso?

Pidieron discreción.

Silencio, pues.

“Que no se entere la prensa, por favor”.

Resulta que, como parte de sus programas oficiales, las autoridades educativas de la universidad enviaron al depredador a ese jardín de niños en aras de que hiciera su servicio social.

Enterados de su proceder, defendieron al joven de veinte años argumentando que era un estudiante modelo que tenía un promedio de más de 9.5.

Ante las evidencias, pidieron silencio.

Discreción absoluta.

Complicidad.

Luego, una vez que el caso trascendió, publicaron un comunicado hipócrita en el que piden ir a fondo en las investigaciones judiciales.

Todos conocemos la doble moral de esa universidad.

¿Dónde quedó su fama de universidad de avanzada en los temas relacionados con los derechos humanos?

¿A cómo amaneció el silencio de sus académicos, investigadores, periodistas a modo?

¿Las víctimas del niño Ibero no merecen respuestas más concretas?

¡Hasta pronto, gángsters, nos vemos en el infierno!

 

Sexo y Sangre en Casa Puebla. La mañana del miércoles, el gobernador Miguel Barbosa Huerta tuvo un gesto generoso con el segundo tomo de mi novela Miedo y Asco en Casa Puebla, que está por circular en los siguientes meses.

Ante una pregunta sobre el libro El Señor del Cash, de Elena Chávez, respondió que no le interesaba hablar de un libro calificado como decepcionante, y agregó que el que ya quería leer era el mencionado segundo tomo.

Entonces lo bautizó con delirantes títulos que bien podrían ser considerados en próximas ediciones: Sexo y sangre en Casa Puebla y Sangre, sudor y lágrimas en Casa Puebla.

Gracias por el inédito comercial.

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