Una reunión en el Congreso de los Diputados provocó un incendio que llegó a las praderas más insólitas: Víctor Hugo Arteaga y Néstor Ojeda se reunieron con tres influyentes legisladores locales.
El tema no podía ser otro: el affaire Mier-Rueda.
Hace unos días, el director de Cambio se jactó en Twitter de que la trama revelada por los periodistas sobre un presunto lavado de dinero y otras presuntas lindezas no había llegado a los medios nacionales.
(Cosa inexacta y absolutamente falsa).
Incluso se atrevió a llamar “sicarios” a los valientes periodistas que desvelaron una trama brutal.
¿Qué pensará Arturo Rueda desde su doble posición de periodista y Bernie Madoff local al enterarse que sus dos personajes más odiados se reunieron con tres diputados verdaderamente influyentes?
¿Le quitará el sueño ese encuentro que culminó con las mejores señales para los protagonistas?
Dicen quienes los vieron que la reunión duró apenas quince o veinte minutos.
Tiempo suficiente como para acordar dos cosas: transparencia en la polémica investigación y ganas de meterse a fondo.
Cosa difícil para Rueda.
Nada halagüeño el panorama.
Él, que juraba que el tema estaba muerto, hoy terminó con el cadáver salido de su clóset encima de su cuerpo.
Y en qué semana.
La semana que tenía proyectada para ser la mejor de su vida terminó siendo la peor.
Ufff.
Cosa difícil, dulces señoras.
Cosa complicada.