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jueves, noviembre 21, 2024

Cosas que enojan a López Obrador (Manual de quejas)

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Tres cosas detesta el presidente López Obrador.

La primera es clave:

Que quienes sostienen encuentros privados con él, salgan a compartir públicamente el contenido de la conversación.

En el pasado reciente, no escasearon los personajes poblanos (poblanes) que se regodeaban dando detalles de las charlas.

El resultado era brutal.

Pues los cargos que anunciaban que ocuparían, terminaron por no darse.

Son los mismos que le llevaban dulces típicos y ventilaban abiertamente sus puntuales arrodillamientos.

De nada sirvió ser tan bellacos (bellaques).

La humillación es una sopa que se traga a solas.

El presidente detesta también que quienes provienen de la 4T tengan sirvientes, escoltas y camionetas de lujo.

No tolera el engaño.

Sabe —gracias a su CISEN— que hay quienes habitan residencias lujosas a cuya puerta se estacionan una que otra Suburban prieta.

A ellos —elles— los tiene perfectamente ubicados.

Y sabe que algunos están en la encuesta madre que definirá al candidato a la gubernatura de Puebla.

¿Qué otra cosa no tolera el presidente?

Que lucren con selfies tomadas a mansalva con miembros de su familia, y que vendan esas fotos como señal de una cercanía inexistente.

El presidente perdona los errores, pero no la deslealtad.

Es desleal, lo ha dicho, quien aparenta estar con la 4T pero proviene, por ejemplo, del bajo mundo marinista.

No quiere a los marinistas.

No los puede tragar.

Y es que en la elección de 2006, cuando Felipe Calderón y Vicente Fox le hicieron fraude, éstos ataron de manos a Marín y los orillaron a actuar —junto con sus operadores— del lado oscuro de la luna, lo que impidió que el hoy huésped de Palacio Nacional ganara la presidencia.

AMLO tampoco tolera a los que se han cruzado en su camino a la hora de tomar una decisión crucial, y, en consecuencia, lo hacen quedar mal con sus aliados.

Hay quienes creen que su corazón moreno basta para ser redimidos.

Malas noticias.

(Ventanilla equivocada).

El presidente tiene una memoria de historiador que le permite registrar todo lo que no encaja en su modelo de país.

A López Obrador se le puede engañar en lo político una o dos veces, pero no tres o más.

Pese a la amistad del pasado, no perdona el abuso del presente.

Y quienes se unan con sus examigos pasan a formar parte de los nuevos enemigos.

Los Scherer, por ejemplo, son aves negras en las ventanas de Palacio Nacional.

Aves de mala sangre, o de rapiña.

Quien viaja cerca de su vuelo pasa en automático a ser poco confiable.

O muy, severamente, desconfiable.

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