Cierro, por lo pronto, la trama de los uniformes para la policía municipal de Huauchinango que maquiló Montserrat González, sobrina política del alcalde Rogelio López Angulo, en abierta irregularidad que circula en dos bandas.

La primera: el nepotismo absoluto que hay en favorecer mediante una adjudicación directa a la sobrina de Lilián González, esposa del alcalde, quien vivió en la casa del matrimonio López González durante varios años.

La segunda: que Montserrat González no se dedicaba a la manufactura de uniformes para policías ni nada por el estilo.

Su arribo al gremio textilero se dio recientemente, cuando el alcalde tenía que utilizar los recursos del gobierno federal a través del FORTAMUN.

Hace poco, Montserrat abrió dos ‘fábricas’ o maquiladoras.

La primera se dedica a la manufactura de uniformes industriales.

(Qué conveniente).

La segunda confecciona cortinas de todo tipo para palacios municipales y hospitales.

(Las fuentes que colaboraron en esta investigación ven ahí otro posible conflicto de interés).

Gracias a la publicación de esta trama, una buena parte de los policías que trabajan para la Secretaría de Seguridad Pública se enteraron del escándalo.

Y revelaron que a una buena parte de ellos no se les ha entregado ni el 50 por ciento de lo que se supone se compró.

Al revisar la tabla de precios (de las camisolas, botas, cascos, chamarras, insignias, divisas, kepís, pantalones, playeras, zapatos, fornituras, coderas, guantes, mochilas y rodilleras), la sorpresa y el enojo invadieron a muchos de los uniformados.

El primer comentario que hicieron fue que había un sobreprecio evidente.

Nuestras fuentes adelantan que hay más anomalías en la adquisición de patrullas, motos, equipo de cómputo y mobiliario para la policía.

Pero esa es otra historia.