En los tiempos del viejo PRI, los delegados tenían una función particular: apuntalar a quien desde Palacio Nacional contaba con la venia.
Manuel Bartlett, por ejemplo, llegó arropado por el presidente Salinas de Gortari y el gobernador Mariano Piña Olaya.
Fungía como delegado el hermano incómodo de Fernando Ortiz Arana: Pepe.
Éste había trabajado con Bartlett en la Secretaría de Educación Pública, pero, fiel a su carácter, había salido muy mal de ahí.
(También se peleó a muerte con su hermano y contribuyó a su derrota en la elección por la gubernatura de Queretaro).
Lo primero que hizo Bartlett fue pedir que en lugar de Ortiz Arana llegara don Jaime Aguilar Álvarez.
En ese momento épico, todos supimos que don Manuel sería el candidato.
(Ortiz Arana venía cobijando, entre otros, a Marco Antonio Rojas y al célebre gordo Ángel Aceves Saucedo. Su lema era uno: “Puebla para los poblanos”).
Seis años después no hubo misterio, pues Melquiades Morales se impuso en una elección primaria a José Luis Flores.
La trama macabra regresó en la sucesión de don Melquiades.
Un amigo suyo, Rafael González Pimienta, era el delegado priista que movería los hilos, pero, sin el aval del gobernador, el CEN (encabezado por Roberto Madrazo) envió a Manuel Gurría, exgobernador de Tabasco, con una orden precisa: convertir a Mario Marín en el sucesor.
Estos ejemplos sirven de referencia para explicar cómo se mueven los delegados de Morena en la actualidad.
(Este partido, faltaba menos, lleva el priismo en los genes).
¿Cuál era (es) la función de los delegados?
Llegaban a lavar, secar y planchar.
Le quitaban al que iba a ser candidato los molestos ruidos, el cochambre, las chinches metidas en las camas.
Apagaban los incendios a periodicazos, y sofocaban eventuales rebeliones con una sabiduría nacida en la parsimonia, la reflexión y la autoridad.
Ah, porque los delegados tienen como virtud la de imponer dos cosas: miedo y respeto.
Si un delegado te llama, no se anda por las ramas.
Nunca alzarán la voz (nunca la alzaron): su sola presencia basta y sobra para bajarle los humos al más crecido.
Si un delegado toca tu puerta, cuidado: no viene a venderte Avón.
Regreso a la feria de las novedades.
Vea el hipócrita lector las señales que mandan el presidente López Obrador, Claudia Sheinbaum y el CEN de Morena.
Adán Augusto López, exaspirante a la candidatura a Palacio Nacional, es virtualmente el coordinador general en los nueve estados (incluyendo la Ciudad de México) en los que Morena definirá candidatos a las gubernaturas.
Leonel Godoy, vicecoordinador de Morena en San Lázaro —el segundo del diputado Ignacio Mier—, será el coordinador en la Cuarta Circunscripción, que incluye Puebla.
A estas horas faltaba por definirse la coordinación del estado de Puebla, aunque trascendió que llegará el también diputado Juan Ramiro Robledo, miembro de la burbuja de Morena en San Lázaro.
Robledo, oriundo de San Luis Potosí, es denominado en algunos círculos como el “Séneca potosino” por su gran capacidad oratoria.
En el sexenio de Ernesto Zedillo fue subsecretario de Gobernación junto con Natividad “Nati” González Parás.
Cuentan que el jefe de ambos, Emilio Chuayffet, tuvo la posibilidad de impulsarlos a sendas gubernaturas, pero sólo Nati tuvo la suerte de obtener la candidatura por Nuevo León.
Robledo ha sido magistrado del Poder Judicial en San Luis, y varias veces diputado local y federal.
Está cerca del grupo de Claudia Sheinbaum y mantiene una gran relación con Adán Augusto, Godoy y Mier.
Este jueves, el presidente López Obrador narró así el encuentro que tuvo con el exsecretario de Gobernación:
“Saludé a Adán. Lo extrañaba. Ya tenía tiempo que no lo veía. Es mi hermano. Lo estimo mucho. Es un profesionista de primer orden. Un buen servidor público. Y estuvimos platicando. Hasta lo quería yo invitar a que se regresara acá, pero tiene otros planes”.
¿Qué planes tiene?
Coordinar los procesos internos y externos en los ocho estados (incluido Puebla) y la Ciudad de México, mismos que están en punto de ebullición.
(Andan en los cien grados centígrados).
Y para ello requiere dos manos derechas: Godoy, que ya fue confirmado, y el Séneca potosino, que está por circular en la autopista que recuerda a los viejos delegados del PRI.
El golpe avisa.
Saturno devorando a su hijo. (Francisco de Goya y Lucientes)