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miércoles, abril 24, 2024

Columnistas del mundo, ¡Uníos!

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Había una vez un periodista que juraba que, gracias a él, el licenciado Fulanito de Tal había llegado a la gubernatura.

Y lo decía en todos lados.

¿En qué se basaba el paria?

En las decenas de columnas favorables que había escrito durante la campaña electoral.

También sumaba, faltaba menos, las decenas de columnas que había escrito en contra del más cercano contrincante.

Cuando la realidad se imponía —cruel, como suele serlo—, nuestro personaje rumiaba en privado su derrota y se prometía no volver a participar en contienda alguna.

Fracasaba en su intento.

Al poco tiempo ya estaba nuevamente en su papel de apostador: pegándole al contrincante de su favorito.

Si éste ganaba, se adjudicaba el triunfo.

Si terminaba perdiendo, sacaba su epitafio: “Siempre fue un pendejo”.

Otro de los deportes favoritos del susodicho era la predicción.

Estaba convencido de que su columna también podía poner y quitar funcionarios públicos.

Y a ese bonito oficio de la predicción le dedicaba meses enteros.

“Ya va a caer doña Menganita de Tal”, anunciaba jactancioso.

Y agregaba que era cosa de horas para que cayera.

Al paso de los días, con Menganita firme en su posición, el paria se justificaba diciendo que por lo pronto se había salvado, pero que sus días estaban contados.

Cada vez que están por llegar las elecciones, vemos hordas de apostadores moviéndose como guajolotes descabezados.

(No hay peor escena que un guajolote, en vísperas de convertirse en mole, buscando su cabeza).

Y suelen ir a todas.

Son como las masas ululantes de la revolución mexicana: un día estaban con Zapata, otro con Madero y otro con Villa.

Así andan hoy por los cafés y restaurantes de Puebla: sembrando promesas de amor a todo el que se mueva.

(Ya le atinarán a alguno).

Encuesta en mano, se sienten operadores y cercanos al poder.

“Ya le hablé de ti al góber”, es su frase favorita.

Lo primero que preguntan en las mesas es el consabido: ¿Cómo vamos, hermano?

Una vez que llega la respuesta, inicia su labor de vidente del Más Allá, aunque en el Más Acá haya fallado todas.

Cosa curiosa: entre más se acerca la fecha de la nominación, más se comportan como operadores priistas.

“Cho gusto, licenciado’, es el saludo de rigor.

Y éste siempre antecede al aletazo de caguamo.

A estas alturas de 2023, ya han empezado a perder el sueño, no así el apetito.

Esta clase de apostadores aumenta de peso inevitablemente en la antesala del año electoral.

“La tripa no descansa”, es otra de sus frases favoritas.

Hoy por hoy, participan en reuniones privadas, mandan mensajes sicilianos (que nadie entiende), encienden más de dos veladoras, y van absolutamente a todas.

Parecen adictos a la coca.

(Temblorosos como andan).

No lo son.

Son los búfalos de siempre con credenciales periodísticas aunque en realidad parezcan un simple y gentil moco de pavo.

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