La impugnación interpuesta por el abogado fiscalista Israel Trujillo en contra del nombramiento de Sergio Salomón Céspedes Peregrina como gobernador sustituto es un capítulo más de una larga trama que bien podría llamarse Jack el Impugnador.
Trujillo lleva décadas impugnando todo.
En aras de proteger sus derechos políticos enfrentó a Melquiades Morales, Mario Marín Torres, Rafael Moreno Valle, José Antonio Gali Fayad, Martha Erika Alonso, Guillermo Pacheco Pulido, Miguel Barbosa Huerta y —ufff— Sergio Salomón.
El abogado egresado de la Libre de Derecho de Puebla pasó primero por el PRD, partido en el que impugnó a las más diversas dirigencias.
La causa ha sido siempre, faltaba más, la protección de sus derechos políticos.
Nuestro personaje se asume como ciudadano, pero le hubiera encantado desde siempre haber sido regidor, diputado local, diputado federal, senador de la República, gobernador y hasta presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos.
Jack el Impugnador, sin embargo, es un ciudadano sincero que actúa en solitario.
(Muy en el estilo Mario Aburto).
Es decir:
Acerca el arma letal —un recurso de impugnación— a la cabeza del destinatario, estudia la reacción de éste, y lanza el dardo —que presume mortal— con una sonrisa enigmática en la que caben lo mismo El Guasón que el clon de Porfirio Muñoz Ledo.
A Israel lo conocí cuando Arturo Rueda y yo conducíamos un programa de radio que terminó cerrando —con toda la fuerza del Estado— el gobernador Mario Marín Torres.
Recuerdo las imágenes con cierta ternura.
El abogado Trujillo tomaba el micrófono y se iba inflamando poco a poco.
Primero se le inflamaban las sienes —al tiempo de que su rostro se tornaba rojo—, luego se le inflamaban los glúteos —eso me aseguró Rueda un par de veces— y al final se le inflamaban los huevos.
(Eso supuso siempre Quique Bush, nuestro productor de esa época).
Y así, severamente inflamado, se lanzaba en contra de todo.
(Me temo que ahí empezó a conjugar el verbo impugnar).
Cosa curiosa:
Siempre llevaba un documento debajo de la axila.
(Una axila húmeda, sudada, pues dicho documento tenía, inevitablemente, la húmeda huella de un sudor viperino).
—¿Qué llevas ahí, estimado Israel? —solía preguntarle.
—Una impugnación! —respondía, con un indignación un poco sobreactuada.
Un día, ignoro la causa, se enojo conmigo y me impugnó en Twitter.
Imaginé sus sienes inflamadas, pero también sus glúteos y sus huevos —dirían Rueda y Quique Bush.
Le solté un tuit cargado de ironía que lo llevó a bloquearme decididamente.
No volví a saber de él hasta ahora, que, fiel a sus tradiciones, impugnó el acto administrativo del Congreso del Estado relativo a la designación de gobernador sustituto.
Consulté con un abogado experto en el tema electoral.
¿Qué me dijo?
Que Jack carecía de personalidad jurídica como lo establece el inciso f), de la fracción II, del artículo 105 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
Y pasó a decirlo de memoria:
“Se considerará parte demandante en los procedimientos por acciones en contra de leyes electorales, además de las señaladas en la fracción I, del artículo 10 de esta ley, a los partidos políticos con registro por conducto de sus dirigencias nacionales o estatales, según corresponda”.
—¿Es decir que en serio carece de personalidad jurídica? —le pregunté.
—Absolutamente sí —me respondió.
Por no dejar, me metí a ver los tuits del abogado Trujillo.
¿Qué descubrí?
Lo previsible: un ciudadano que anhela ser político lleno de hostias y rencor.
Odia, de entrada, al presidente López Obrador.
(Y eso que se jacta de ser fundador de Morena).
Pero también odia a Claudia Sheinbaum, a Adán Augusto, a Monreal y a Ignacio Mier.
Odia al gobernador Barbosa —post mortem—, pese a que trabajó en su campaña de 2018.
Odia a Rosario Piedra, presidenta de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, pero sueña con tener su cargo y su salario.
Odia, incluso, a los magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, organismo que en los siguientes 6 días —a partir del 10 de enero— deberá proyectar si admite o desecha su impugnación.
En aras de que el hipócrita lector tenga un mayor juicio sobre el abogado Trujillo, paso a hacer una breve antología de algunos de sus tuits, incluyendo, faltaba menos, sus faltas de ortografía.
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“El término para impugnar una designación arbitraria es de 3 días hábiles. ¡Vayan midiéndole el agua a los camotes!”.
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¿Los diizque 110,000 que marcharon junto @MBarbosaMX asistirán al homenaje póstumo? ¿O es muy rápido para organizar el acarreo?”.
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“¿En #Puebla seguiremos el mandato constitucional o saldrán con la “mamada” de un testamento político? Como dijo @lopezobrador_
“@MBarbosaMX ¡que en paz descanse!”.
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“Ustedes allanaron la llegada de @RosarioPiedraIb a la ahora fallida @CNDH ante el fraude legislativo por parte de @MorenaSenadores ¿Se aplauden entre ustedes?”.
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“Que regrese la validación electoral a @SEGOB_mx porque no observo en el @TEPJF_informa equilibrio en la conformación de poderes. Resuelven conforme al enojo del pueblo; si no está ‘encabronado’, que las cosas sigan igual, es su mística”.
Y vean esta joya:
La duda mata, abogado Trujillo:
¿En qué verbo cabe la conjugación “hullera”?