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jueves, noviembre 21, 2024

Armenta y Marín (Un desayuno en Casa Puebla)

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Estábamos en Casa Puebla.

Fue un desayuno convocado por el gobernador Mario Marín el miércoles 15 de julio de 2009.

Llegamos pocos columnistas.

Recuerdo, entre ellos, a Alejandro Mondragón y a Fernando Alberto Crisanto.

Marín nos habló de Javier López Zavala como su eventual sucesor.

(No había riesgos de negociación en contra para entonces).

Le brillaban los ojos cuando hablaba de Zavala.

(Era su hijo político. El mejor hecho. —Así lo veía él—. El que había venido de menos a más para destronar en los afectos a sus compadres Mario Montero y Valentín Meneses. Era su hijo muy querido).

Luego surgió algo que nos sorprendió a todos.

El gobernador pasó a hablar de otro de sus hijos políticos que llenaban de dicha su ego.

(El ego político de Marín no siempre fue grande. Era tan humilde al principio que cabía en una bacinica. Con los años, terminó encontrando su regazo en la Capilla Sixtina).

El otro que asumía también como hechura suya era Alejandro Armenta.

Marín se entusiasmó una vez que empezó a hablar de él.

Sus ojos se iluminaron.

Destacó virtudes.

Fue tan delirante el momento que soltó una prenda que venía del corazón: “Después de Zavala, Armenta”.

(Palabras más, palabras menos).

Todos nos quedamos perplejos.

El desayuno era para hablar de Zavala y terminó siendo para hablar de Armenta.

Yo dirigía un periódico en esos días: El Columnista.

Escribí una crónica destacando los ojos brillosos del gobernador y el doble destape del que habíamos sido testigos los atónitos columnistas invitados.

La primera plana del día siguiente fue elocuente:

Aparecían los rostros de Zavala y Armenta —frente a frente, mirándose a los ojos—, y los apellidos de ambos en ese orden.

“Zavala”, arriba.

“Armenta”, abajo.

Y venía mi crónica de ese desayuno.

He aquí algunos pasajes:

“Sobre Alejandro Armenta señaló (Marín) que es un extraordinario operador, un gran presidente del PRI, un hombre leal, amigable y popular. De hecho, dijo, anda recorriendo el estado para agradecer los votos que tuvo el partido y para comprometer a la gente con la elección que viene. Más adelante, Marín abundó sobre Armenta: ‘Me recuerda a mí en 1997, cuando desde el PRI ganamos 15-0’. Después del triunfo hubo voces que me dijeron: ‘Vas. Te toca la gubernatura’. Pero no. Yo sabía que no podía competir con un Melquiades Morales, por ejemplo. Sabía que no era mi tiempo. Habría que esperar, y esperé. Y ya ven lo qué pasó”.

Con el gobernador llegó al desayuno —efectuado en el anexo de Casa Puebla— Javier Sánchez Galicia, a la sazón director de Comunicación Social.

El menú incluyó, además de jugo y café, chile con huevo verde y chilaquiles con arrachera.

 

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