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domingo, mayo 5, 2024

Aquel mensaje de AMLO al gobernador Barbosa

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Una de las claves en do mayor de esta elección se tocará en la Ciudad de México.

Más allá de filias y fobias, el presidente López Obrador sabe que el voto en la capital del país tiene que ganarse más allá de las zonas de confort.

Me explico:

El puro voto en la zona de Iztapalapa —cuyo reinado lo encabeza Clara Brugada— no es suficiente.

Las alcaldías dominadas por Morena no bastan para ganar en 2024.

El riesgo de muerte por agua estaría latente.

Ésa es una de las razones por las que Clara Brugada, veterana compañera de ruta del presidente, no será la candidata de Morena a la Jefatura de Gobierno.

Tampoco está contemplado Omar García Harfuch, secretario de Seguridad Pública del gobierno que ahora encabeza Martí Batres.

Tiene en su haber demasiadas notas rojas, empezando por su suegro: Ricardo Salinas Pliego.

(Conocido en el hampa tuitera como el Tío Richie).

Si anda sobrado pese a los 25 mil millones de pesos que le debe al fisco, imagínese el hipócrita lector cómo andaría con un yerno en el antiguo palacio del Ayuntamiento.

Su vulnerabilidad ante el CJNG —que lo intentó matar hace algún tiempo—, hacen de García Harfuch un aspirante poco viable.

El único que parece reunir los requisitos para ganar es quien le jugó las contras a Morena y a Claudia Sheinbaum: Ricardo Monreal.

En 2021, su operación ayudó para que el PAN se llevara triunfos en zonas morenistas.

Eso, sin embargo, lo hace el candidato idóneo.

Y aunque Claudia Sheinbaum lo deteste, sólo Monreal podría asegurar la victoria holgada que se requiere para obtener la mayoría calificada.

No es gratuito que mientras Marcelo Ebrard, Adán Augusto López y la propia Sheinbaum hicieron campaña en todo el país, el senador con licencia se metió de lleno en la Ciudad de México.

Este viejo lobo de los océanos sabe tocar el clarinete y el trombón al mismo tiempo.

Su nominación francamente se hace necesaria.

No hay nadie más que tenga en su maleta aliados, cómplices y parias.

Todos esos personajes sirven para ganar una elección.

El caso Puebla anda en fa menor.

Quienes juran que el género será femenino en la candidatura de Morena ponen en primer lugar a morenistas de cepa como Claudia Rivera Vivanco y María Luisa Albores.

Están seguros que el presidente optaría por una de ellas debido a que aquilata la lealtad, la militancia y el hecho de ser fundadoras del movimiento.

La primera tiene en contra una elección perdida en 2021.

En algunas mesas hay quien jura que en cuanto Rivera Vivanco sea destapada, el alcalde Eduardo Rivera anunciará que va por la gubernatura.

Dos veces se han enfrentado.

Van empatados hasta hoy.

Y como en 2021, los enemigos de la expresidenta municipal velarían sus armas en la negra noche del alma.

Por cierto: María Luisa Albores no ha dicho ni sí ni no a la candidatura.

Fueron sus apoyadores —entre ellos, muchos que estuvieron con Claudia Rivera en el ayuntamiento— quienes lo hicieron.

Si Morena quiere ganar Puebla tiene que sumar más que restar.

La división es muy mala flautista.

Una derrota poblana complicaría las cosas no sólo para la ansiada mayoría calificada en el Congreso sino para la mismísima Presidencia de la República.

El presidente sabe todo esto.

Y más.

No en balde, en la antesala de la elección de 2021, el entonces gobernador Miguel Barbosa recibió un mensaje directo de Palacio Nacional: importan las diputaciones federales.

Nada más.

—¿Y la presidencia municipal de Puebla?

—Esa no importa. Sólo los diputados federales.

Y vaya que se notó.

 

La diputada que perdió la brújula. Dos exfuncionarias del gobierno estatal son quienes tendrían que comparecer en el Congreso local en el contexto del análisis de la Cuenta Pública: Teresa Castro Corro (Finanzas) y Rosa Urtuzuástegui (Administración).

Y es que ambas tuvieron que ver con la polémica inversión de 600 millones de pesos a Accendo Banco.

Cuentan los bien informados que la primera contrató y la segunda pagó.

Por eso llama la atención que en lugar de concentrarse en esos temas y, en consecuencia, citar a las dos exfuncionarias, la diputada Mónica Rodríguez Della Vecchia pidió la semana pasada la comparecencia de Amanda Gómez, auditora superior del estado.

Que alguien le preste una brújula de imán natural a la legisladora del PAN.

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