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sábado, mayo 4, 2024

Alito, el pandillero, y el esqueleto que apoyará a Lalo Rivera

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Fiel a su condición de porro —exhibida hasta el hartazgo por la gobernadora Layda Sansores—, Alejandro Moreno (alias “Alito”) respondió con insultos y vulgaridades el anuncio del diputado Jorge Estefan de que él y otros cuatros compañeros suyos han decidido abandonar la bancada priísta en el Congreso local.

Alito, el personaje político más desprestigiado en décadas, lanzó el primer pastelazo a través de la cuenta de Twitter de Néstor Camarillo: “Algunos por amenazas, otros por chantajes y uno más por su condición de traidor de toda la vida. Le dan la espalda a #Puebla y al partido que les dio todo. Hoy 3 pm de la tarde daremos respuesta a tantos ataques desesperados de #Morena. Ni nos doblan ni nos amedrentan”.

La redacción analfabeta fue la clave de que Alito pergeñó tan burdo mensaje.

(La mala ortografía es un ADN que permite saber quién es el verdadero autor de algún libelo).

Ya en Puebla, nuestro pachuco de por aquí cerquita arreció los ataques, pero sin mencionar nombres.

Es decir: su incontinencia verbal no puntualizó, sólo vandalizó.

El acto en el que Eduardo Rivera rindió protesta como candidato del PRI fue deslucido y triste.

Salvo algunas excepciones, sólo la pipitilla cobijó al panista que contenderá por la gubernatura de Puebla en junio próximo.

(Mal empieza la semana quien se ahorca en lunes).

Los rostros lo decían todo en ese acto realizado en la sede del PRI estatal.

Y es que los disidentes se llevaron las luces y lo poco bueno que le quedaba al expartidazo.

Lalo, por cierto, puso por encima su rencor al vetar a Jorge Estefan en la candidatura al Senado.

Poco le importó que, con Camarillo, su inminente derrota adquiera más rasgos de visibilidad.

(Ya estaba mal su sueño guajiro. Ahora está peor. Felicidades).

Y en ese ambiente de cementerio —con caras largas de por medio— se llevó a cabo la unción.

Un militante escupió: “Aquí huele a muerto”.

Y no mentía.

Vea el hipócrita lector: de seis diputados que conformaban la bancada del PRI en el Congreso, sólo queda uno: Néstor Camarillo.

Con este movimiento, ese partido alcanza su verdadero nivel: el que comparten Movimiento Ciudadano y el inefable PSI, de Nadia Navarro.

¡Una sola curul!

Ufff.

Ni en el sueño más horrible hubiese pasado eso.

Queda claro que la curul de Camarillo se moverá de lugar, pues el PRI ha dejado de ser una fuerza considerable en el Congreso de los diputados.

Por cierto: durante el embalsamamiento de Lalo Rivera en la sede priista, Camarillo se veía igual que Alito —su nuevo patrón en la siguiente legislatura del Senado—: furioso y triste.

Y cómo no, si el diputado de Ajalpan es uno de sus mejores amigos y Enrique Rivera, de Chignahuapan, hasta su compadre es.

Pero la pesadilla para el PRI poblano, y Lalo Rivera, apenas empieza.

En esta misma semana iniciarán las deserciones de otras importantes figuras que encabezan alcaldías, dirigencias municipales y regidurías.

Así, hasta que el antiguo partidazo quede en los huesos.

Faltaba más, pero faltaba menos.

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