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domingo, noviembre 10, 2024

¿A qué baúl se irá el poder del presidente después de que abandone Palacio Nacional?

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A López Obrador le fue muy fácil iniciar su gobierno después de una administración tan desprestigiada como la que encabezó Peña Nieto.

Los indicadores políticos y económicos estaban por la calle.

Y qué decir de la popularidad del presidente.

Por eso, antes aún de que asumiera el cargo, él era el que marcaba la agenda y el rumbo del país.

La situación que viene no será nada sencilla.

La doctora Sheinbaum llega en un escenario inédito y con un presidente al alza, más fuerte que sus antecesores en el pasado reciente.

Los días que faltan para el cambio de gobierno (trece hasta este martes) no parecen ser los últimos de un presidente que dejará de serlo.

López Obrador está metido en una hiperactividad muy diferente a la que tuvieron sus antecesores.

Vea el hipócrita lector:

Peña Nieto tiró la banda presidencial la noche del 2 de julio de 2018, cuando el triunfo de nuestro personaje era brutal, contundente, irreversible.

Calderón hizo lo mismo seis años atrás.

No podía ser de otra manera.

Su imagen estaba más deteriorada que la de López Portillo, autor de la crisis económica más severa desde la Revolución.

Hizo bien Calderón en bajar la bandera y retirarse al comedor de Los Pinos, donde mataba las tardes entre amigos, alcohol y canciones de Silvio Rodríguez y Joaquín Sabina.

El sonámbulo Fox se retiró de la realidad dos años antes de dejar la Presidencia y a Zedillo le corría prisa por irse a Estados Unidos.

Zedillo llega, por cierto, de la mano del presidente Salinas a Los Pinos.

Y como bien lo dijo hoy, en La Mañanera, el presidente López Obrador, no pasó mucho tiempo para que lo traicionara.

Ése fue el secreto de quien en estos días ha regresado a opinar sobre la democracia en México: apuñalar, traicionar y volver a apuñalar.

La llegada de Fox fue de lo más tersa y con las mejores expectativas —sólo comparables a las que generó López Obrador— en la historia reciente de México.

Por desgracia, a los pocos meses todo se fue a la basura: su imagen y su capital político, entre otras cosas.

Calderón venció la antipatía que le tenía Fox y ganó la Presidencia mediante un visible fraude electoral.

Esa ilegitimidad lo llevó a sacar al ejército a las calles y a declararles la guerra a los cárteles de la droga.

No a todos.

(El de Sinaloa, ya lo sabemos, tuvo un trato especial en su gobierno).

Ante la impopularidad de Calderón y sus bajísimos resultados en el tema de la inseguridad, Peña Nieto también generó buenas expectativas al principio, pero en poco tiempo las tiró a la taza de baño.

Regresamos al inicio de esta columna.

El arranque de la administración de la doctora Sheinbaum no será sencillo debido a la gran popularidad del presidente.

Y aunque éste ha dicho que se irá a su quinta de Palenque, la sombra que deja en Palacio Nacional y en el imaginario colectivo es enorme.

Las inevitables comparaciones iniciarán en el día uno del gobierno de la presidenta Sheinbaum.

Y es que habrá en el ambiente una especie de auditoría virtual flotando en todos sus actos.

No faltarán los recordatorios del “pueblo bueno organizado” en los actos públicos, con la consabida rima coreada: “¡es un honor / estar con Obrador!”.

La duda mata:

¿Cómo reaccionará la doctora Sheinbaum ante esas muestras espontáneas de fervor?

En los primeros días, júrelo usted, se sumará a los coros, pero habrá un momento en que se canse.

La razón es sencilla y no tiene que ver con la deslealtad: el poder no se comparte.

Para entonces ella, y no él, será la presidenta.

Y a nadie le gusta que le escupan el plato en el que come.

Pero la historia no se equivoca.

López Obrador será el expresidente más poderoso —y querido— en los años recientes.

Sale con un poder brutal.

Ese poder es como la materia: no se crea ni se destruye, sólo se transforma.

A algún lado tiene que irse tanto poder.

Cierto: una parte se quedará con la doctora Sheinbaum, ¿pero qué pasará con el resto?

¿Cabe tanto poder en la quinta de Palenque?

Y si sí, ¿qué se hace con tanto y magnífico poder?

¿Se guarda en un ropero?

¿Se mete en la hielera?

Cierro con una paráfrasis de un enorme poema de Octavio Paz:

“El poder es león que se agazapa para saltar”.

Ufff.

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