La noche del 13 de febrero, Valentín “Vale” Meneses celebró su santo con amigos y socios en el restaurante La Conjura.
Los vinos corrieron con singular alegría. A la fiesta llegó Mario Marín, aunque fue el primero en retirarse. Todo era felicidad. Había motivos para celebrar el primer año del gobierno.
Los últimos en irse fueron El Vale y dos compadres suyos, expertos en fabricar adocreto. El chofer llevó a su casa al director de Comunicación Social del gobierno a las cinco de la mañana.
Una hora después, el teléfono rojo sonó a todo lo que daba. Era don Enrique Montero Ponce.
—¿Ya viste lo que sacó La Jornada, mi Vale?
—No, don Enrique. ¿Qué sacó?
—Una conversación entre el gobernador Marín y Kamel Nacif. Mario admite que encarceló a la periodista Lydia Cacho para darle un pinche coscorrón. Es
un escándalo, Vale.
—Ah caray, don Enrique. Ahorita checo el periódico.
—Todos los noticieros lo van a llevar. No te extrañe que Televisa se monte al tema. Y Carmen Aristegui. ¡Muévete, Vale, el gobierno de Mario está en riesgo!
Valentín se incorporó y leyó la conversación entre Marín y Kamel. Le habló al gobernador para informarle. Los focos rojos se encendieron. El equipo compacto no sabía qué hacer.
Cuando Carmen Aristegui presentó las grabaciones de las conversaciones
en su programa matutino el escándalo previsto por don Enrique detonó en todo lo alto.
Marín no sabía qué cara poner ante los reporteros que lo asaltaron a su llegada al informe de don Guillermo Pacheco Pulido, presidente del Tribunal Superior de Justicia.
—¿Qué opina de lo que sacó Carmen Aristegui? —le preguntaron.
—No estoy enterado. No escucho chismes
—respondió.
Al regresar a Casa Puebla, Marín se encerró con sus asesores. Todos estaban consternados. Nadie sabía a dónde dirigir los dardos para defenderse. El Vale le
habló por teléfono al empresario Jacobo Martínez, primo de Bernardo Gómez, alto ejecutivo de Televisa. Le dijo que tanto López Dóriga como Carlos Loret estaban buscando a su jefe para entrevistarlo. “¿Qué me
recomiendas, Jacobo?”, preguntó. “Si quieres busco a Bernardo y le pido garantías”. Una hora después le
dijo que aceptara la entrevista con López Dóriga, pero vía telefónica, y que al día siguiente fuera en vivo con
Loret. “Lo van a tratar bien. Sobre todo Carlos”, aseguró el empresario.
López Dóriga inició el noticiero con fragmentos de la conversación entre Kamel yMarín. Las voces de éstos se oían tenebrosas. El periodista anunció al gobernador. Empezó por disculparse:
—Perdone usted que no me dirija como “mi góber precioso” o “el héroe de la película, papá”. Porque me parece indigno de un gobernador y de un hombre de negocios. Buenas noches.
—Desde luego que no se puede hablar así. Muy buenas noches, Joaquín.
—¿No le dan vergüenza estas conversaciones, señor gobernador?
—Desde luego que son condenables a todas luces y desde luego que son vergonzosas.
—¿Cómo puede explicar este lenguaje obsceno, soez?
—Por supuesto que esta conversación es reprochable, y por eso la desconozco y la rechazo totalmente, porque no corresponde a quien soy. Los poblanos me
conocen. Saben que no hablo así.
—Señor gobernador, ¿me está diciendo que está desconociendo que el de esta grabación es usted?
—Desde luego. Así lo manifesté en una rueda de prensa que dí hoy. La rechazo porque no corresponde a la persona que soy ni a los hechos como se dieron.
—A ver, señor gobernador, si usted me dice que el de la grabación no es usted, ¿por qué no ha presentado una denuncia?
—Porque no presenta un autor. Es un anónimo.
—¿Es editada o es falsa?
—No es mi voz. No sé cómo la llamen ustedes: editada, montada…
—¿Estaría usted dispuesto a someterse a un peritaje?
—Desde luego…
—¿Me va a decir que no conoce a Kamel Nacif?
—Sí, cómo no. Claro que lo conozco.
—¿Sabe usted que él estuvo detenido en Estados Unidos por evasión fiscal en México?
—Sí, me enteré por las noticias que tuvo algunos problemas allá.
—¿Y es su amigo?
—Desde luego que no. No puede ser mi amigo alguien que atenta contra la ley y se expresa así de esta manera. Y alguien que está sospechoso de delitos contra los niños.
—Si está toda esta evidencia, ¿por qué no se ha iniciado un proceso contra Kamel Nacif?
—Es que eso no me corresponde a mí. Yo no soy agraviado en este asunto.
—Yo creo que sí porque usted es el gobernador del estado y lo veo en medio de este conflicto. Es obsceno y nos avergüenza a todos.
—Desde luego que sí, pero los hechos no se dieron en Puebla.
—A ver, señor gobernador, escuche esto, porque ésta es su voz según afirma La Jornada y me lo confirmaron sus editores.
(El periodista da paso a un fragmento de la conversación telefónica).
“Pues ya ayer le acabé de darle un pinche coscorrón a esta vieja cabrona. Le dije que aquí en Puebla se respeta la ley y no hay impunidad y quien comete un delito se llama delincuente. Y que no se quiera hacer la víctima y no quiera estar aprovechando para hacerse publicidad. Ya le mandé un mensaje a ver cómo nos contesta. Pero es que nos ha estado jode y jode, así que se lleve su coscorrón y que aprendan otros cabrones, y otras”.
—¿No sé si en esta parte nos incluye a todos, señor gobernador?
—No, de ninguna manera, Joaquín, los hechos no corresponden a lo que aquí se quiere hacer suponer.
—El vocero, su vocero, dijo que esta grabación sí era su voz. La voz de usted.
—Nunca lo dijo. Dijo que se parecía. Con la tecnología de hoy se pueden imitar voces. Ustedes tienen un programa muy bueno que se llama “La Parodia” donde se imitan muchas voces.
—Creo que usted se está saliendo del tema, señor gobernador. Se lo digo con todo respeto, pero con toda claridad.
—Desde luego. Yo lo que le digo es que no hay congruencia entre lo que se dice y se hace.
El periodista le pone otro fragmento de la conversación: “Así es. Yo te hablé para darte las gracias. Sé que te metí en un problema, pero…
“N’ombre, a mí me gustan esos temas. Coincido contigo en que, jijos de la chingada, en esos temas… digo… no somos santos, desde luego, pero si alguien tiene pruebas que las presente. Y si no que se calle la boca.
“Oye, pero en algo tan vergonzoso, mi distinguido. Porque es vergonzoso”.
—Es vergonzoso realmente, señor gobernador.
—Sí, Joaquín, pero la detención se da el 16 de diciembre y al otro día ya estaba libre.
—¿A usted le gusta el coñac?
—(Risas). Con todo respeto, no es el tema.
“Mire lo que le mandó Kamel Nacif a la Casa
Aguayo o a Casa Puebla”, dice López Dóriga, y da pie a otro fragmento: “Y yo para darte las gracias te tengo aquí una botella bellísima de un coñac que no sé adónde te la mando.
“Pues a Casa Puebla.
“Yo te la quería dar personalmente, pero estás todo ocupado.
“Mándamela a Casa Aguayo, para echármela.
“¿Te la vas a echar? Pues entonces te voy a mandar dos, no una”.
—¿Y se las echó, señor gobernador?
—N’ombre. No sucedió nada de eso.
—¿Está usted dispuesto a investigar a Kamel Nacif?
—Por supuesto. Estoy dispuesto a investigar sobre todo a quienes atentan contra los niños.
Nota Bene: 18 años después de los hechos, Mario Marín purga una condena en el Penal de alta seguridad de Almoloya. Kamel Nacif goza de cabal libertad. Valentín Meneses es notario. López Dóriga y Loret de Mola ya no trabajan en Televisa. Lydia Cacho vive en España.