Después de la calificación de las elecciones en todo el país, en los diferentes órganos electorales, el próximo domingo les entregaran sus constancias a los ganadores y empezaran los procesos de transición en la Presidencia y en los nueve gobiernos locales. Los equipos de trabajo afinarán sus planes de gobierno de los primeros 100 días y los nombres de los posibles funcionarios empezarán a circular públicamente.
Es decir, los acuerdos pactados serán respetados y otros, serán parte del rejuego interno entre los grupos, algo que siempre se han dado en la disputa por los espacios públicos.
Los análisis políticos y de datos sobre los pasados resultados, por cierto, muy sorpresivos, seguirán fluyendo en medios y redes sociales, que sin duda alguna han inquietado las reflexiones sobre lo sucedido el pasado domingo.
De manera inicial, solo puntearía unas cuantas cosas: una inmensa mayoría de electores decidieron darle continuidad al proyecto que encabeza el presidente (Andrés Manuel López Obrador), con todos sus aciertos y desaciertos. Bien lo anunciaron con mucha anticipación las encuestas sobre la aceptación presidencial que siempre estuvo por arriba de los 50 puntos.
Este proceso, nunca fue una confrontación ideológica entre izquierda y derecha, fue pragmatismo político-electoral para mantener el poder y así hay que interpretar estas primeras lecturas. Se podría comentar aquí, que también fue una disputa entre segmentos sociales.
Demostró que fue acertada la decisión de (AMLO), de impulsar a su principal cuadro de mayor confianza, quien, será por primera vez en la historia política del país, una mujer la que nos gobierne.
Los altos índices de participación en las urnas, hay que verlos desde la gran operación milimétrica que llevaron a cabo quiénes ganaron. Sobre la falsa percepción del rechazo social que se dijo existía hacía el régimen.
Sus políticas públicas del Bienestar funcionaron y surtieron efecto entre los sectores vulnerables y quiénes son beneficiados económicamente. Todos salieron en línea a votar.
La mejor propaganda que hubo mejor fueron las mañaneras de más de dos horas, se convirtieron en una escuela para la comunidad o el llamado pueblo, que le dieron toda su credibilidad a lo que anunciaba y denunciaba el presidente sobre la situación social, económica y política del país.
Lo anterior, demostró la derrota a las campañas y las opiniones de la oposición, convertidas en #hastag o trending topic, en las redes sociales y en X, estas no surtieron el efecto que pensaron y su influencia virtual quedó rebasada por la operación política de tierra.
El trabajo de estructuras electorales del partido–gobierno, junto con sus gobernadores locales garantizaron la consolidación del llamado segundo piso en sus estados.
La crisis y debilitamiento del PRI fue suficiente para que perdieran parte del poco capital electoral que aún mantienen.
La oposición y sobre todo el PAN, junto con su candidata nunca pudieron enfrentar la campaña y aún más no alcanzaron a descifraron el trabajo político del López Obrador, tampoco lograron ser oposición y contrapeso en estos seis años.
La capacidad política presidencial garantizó esta continuidad y mantener a su partido, les ha dado una mayoría aplastante en ambas cámaras. La gente común le dio al movimiento obradorista un capital político inmenso.
Sobre lo local, valdría hacer otras reflexiones, señalaría unos pequeños apuntes, como estos: En el proceso del 2010, el exgobernador (RMV), no logro el carro completo, después en 2018, tampoco lo pudo hacer Martha Erika Alonso, en el 2019, Miguel Barbosa Huerta, no lo tuvo. En estos comicios del 2024, la coalición que encabezo Alejandro Armenta Mier, aparte de obtener una gran votación, logró el carro completo en diputaciones y una votación presidencial que rebaso los dos millones de votos.
Fue asertiva la decisión de nombrar Armenta Mier, como el candidato oficial de Morena.
Quedó visto que es un cuadro político y encabezó una estrategia que garantizó los resultados que todos hemos podido observar en Puebla.
Internamente lograron evitar rupturas importantes en las regiones del estado.
Su estructura electoral funcionó en todo el estado y le permitió ganar por un amplio margen de votos.
Logaron una recomposición de grupos partidarios con otros de presión política de manera regional.
La oposición política y sus candidatos no tuvieron la fuerza necesaria para enfrentar a la coalición oficial. Llegaron tarde al proceso, el PRI local sufrió una fuerte escisión interna y el PRD no aporto nada.
Conclusión: Los altos niveles de votación que les han dado en las urnas y el llamado carro completo para ellos, significa enormes retos y oportunidades para Morena y sus aliados. No hay excusa para que demuestren que saben gobernar bien y para todos.
Sin contrapesos políticos y oposición, veremos que hacen con la decisión que les dieron en las urnas.
