Cuando el presidente abrió las puertas para que los precandidatos de su partido comenzaran sus actividades en busca de la candidatura deseada, más que adelantar los tiempos, lo hizo bajo su propia estrategia política desde el poder. Aparte de conducir dicho proceso sucesorio y señalar los mecanismos para su elección, lo cierto es, que no quiere nada que altere su línea del tiempo en la etapa final de su mandato.
Al parecer, todo lo quiere medido, calculado y sin errores, es un sujeto político que no acepta cuestionamientos en su estrategia trazada. Quiere darle continuidad a su llamado proyecto de transformación y seguir con sus reformas pendientes.
Por eso, ahora todos conocemos la decisión tomada en Morena y quién es, la coordinadora de los Comités de Apoyo de la Cuarta Transformación, o sea, la candidata oficial: Claudia Sheinbaum.
Considerando lo anterior se puede decir que la principal etapa concluyó, después vendrán las demás. Lo de Marcelo, seguirá en la mesa de acuerdos de la coordinadora, nada que le perturbe sus decisiones y actividades.
Ahora bien, el mismo modelo se aplicará para los nueve estados en donde habrá elección para elegir gobernador. Puebla es uno de ellos y los precandidatos visibles, habrán de seguir los pasos de la famosa convocatoria publicada. Que por cierto van nueve que han levantado la mano, para iniciar su registro formal, de ellos solo pasaran a la encuesta formal cuatro.
Sobre el tema poblano, que es la nota mediática del momento, describiré algunos contextos:
De los últimos tres procesos partidarios que sirvieron para elegir al candidato a gobernador en Puebla, cada uno de ellos, con sus propios escenarios y coyunturas políticas de aquellos momentos, esté parece ser el más competido y de mucha confrontación al interior del partido de moda (Morena), más no en el frente opositor.
Por ejemplo, en el proceso del 2010, Rafael Moreno Valle, construyó su candidatura para ser gobernador, con un objetivo: derrotar al PRI y en consecuencia a Mario Marín Torres.
Para lograrlo se hizo del control partidario de Acción Nacional, desplazando al grupo de la derecha tradicional que siempre lo ha mantenido bajo su control. Hizo acuerdos con grupos panistas y logró su dirigencia. Después pasó a influir en las decisiones del PRD, pactó alianzas y espacios con Miguel Barbosa Huerta y logró una alianza partidaria, muy criticada en esos momentos.
Muchos liderazgos regionales del PRI, PANAL, PSI y Antorcha Campesina fueron cooptados, al igual que presidentes municipales, quienes apoyaron dicha candidatura. Así logró su triunfo electoral sobre el PRI.
En 2018, buscó consolidar su proyecto e impuso a su esposa, Martha Erika Alonso, como la candidata de su alianza, sumando a varios partidos locales. Aun con el control del PAN y haciendo alianza nacional con Jesús Ortega, logró que el PRD se sumara, con Luis Maldonado, como su dirigente estatal.
Miguel Barbosa Huerta abandonaría la coordinación del Senado, para sumarse al proyecto de Andrés Manuel López Obrador. Haciéndose de la candidatura de Morena, por medio de una encuesta e impugnada por Alejandro Armenta.
Martha Erika se alzó con el triunfo por poco margen, generando un enfrentamiento legal y político con Barbos Huerta y Morena. El escenario fue un conocido Hotel de la ciudad, en donde se enfrentaron los operadores principales de ambos bandos.
Después llegaría lo que todos conocimos con la muerte del matrimonio, se convocaron a elecciones extraordinarias, la dirigencia nacional de Morena decidió que Barbosa Huerta, fuera de nueva cuenta su candidato, sin más disputas internas.
El morenovallismo, se debilitó y desdibujó, los panistas lanzaron a Enrique Cárdenas, perdieron la elección y Barbosa Huerta ganó la gubernatura.
Con el fallecimiento del exgobernador, en 2022, el Congreso local, nombraría a un mandatario interino. No sin las presiones políticas que intervinieron y finalmente los diputados votaron por Sergio Salomón Céspedes.
Así, llegamos a la nueva sucesión en Puebla, bajo otras condiciones a las anteriores, en donde Morena es el centro de la atención local, con sus precandidatos en busca de su registro y una burocracia partidaria local, que le falta mucho.
Que a pesar de lo que dice su famosa convocatoria, seguirán con su promoción política y confrontación interna.
Conclusión: En las sucesiones locales siempre han estado presentes las decisiones nacionales de sus dirigencias partidarias.
Hoy, todo parece indicar que la dinámica en Puebla es, saber quiénes serán los candidatos para gobernarnos.