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jueves, noviembre 21, 2024

De copas en Cape Town

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Cape Town es una ciudad de contrastes. La ciudad es hermosa, no necesariamente por sus construcciones —que sin duda tienen su encanto—, sino porque está en un lugar como ningún otro. Está enmarcada por montañas que terminan en el mar, lo que le da un toque majestuoso. El océano Atlántico se encuentra con el Océano Índico en Cape Point, en medio de un paisaje dramático y espectacular.

Comer en Cape Town es un placer. Su gastronomía tradicional refleja lo multicultural que es la ciudad. Es una mezcla de los platillos típicos de diferentes grupos originarios de la zona, con la influencia británica y afrikáner (descendientes, principalmente, de los neerlandeses) y del sureste asiático, sobre todo la cocina malaya, a través de los esclavos que llegaron durante la colonia.

Estuve por primera vez en Sudáfrica cuando estudiaba antropología. Me fui un año de intercambio a la Universidad de Stellenbosch, un pueblo universitario rodeado de viñedos, a cuarenta minutos de Cape Town.

Conocí en mis primeras visitas un bar de Stellenbosh el famoso Springbokkie, un shot que lleva licor de menta y Amarula, creado en honor del equipo de rugby. De ahí los colores. De hecho, me tocó estar ahí cuando los Springboks ganaron el mundial de rugby. En plena euforia, los famosos shots verdes con dorado no paraban de circular.

El braai en Sudáfrica es como el deporte nacional. Como los regios, en México, en Sudáfrica todo mundo hace un braai.  El Día del Braai es fiesta nacional y, por supuesto, el país entero hace un asado. Siendo un país tan diverso y con un muy tormentoso pasado reciente, el amor por el braai se convirtió en algo que todos tenían en común, así es que había que celebrarlo. En los townships (asentamientos subdesarrollados ubicados en la periferia de las ciudades) no puede faltar el pap: un tipo de polenta hecho de maíz. Tampoco las smiley: cabezas de borrego asadas en tambos con una pizca de sal. Te entregan tu cabeza en un cucurucho de papel y un tenedor. Una delicia.

El borrego siempre salía sonriendo de una forma bastante grotesca, pero no tenía desperdicio. El umqombothi, cerveza hecha de maíz, es una de las bebidas más populares.

Por lo menos, una vez a la semana íbamos a Cape Town. Long Street era la calle con más movimiento, sobre todo en la noche, aunque todo el día está pasando algo. Decenas de bares se extienden por toda la calle. El ambiente es relajado y bullicioso. Llega un punto que caminar por las banquetas se vuelve complicado por la cantidad de gente. Además de los vinos, Cape Town es famosa por sus cervezas y sidras artesanales.

Camps Bay es mucho más sofisticada. El atardecer, con Lions Head de fondo, no tiene comparación. Si pides una botella de vino blanco o rosado, siempre te la traen en una cubetita de hielo. Me hacía ruido al principio, pero ponerle hielo al vino blanco no resultó tan mala idea.

Stellenbosch y Franchhoek se pelean los mejores viñedos de la zona, aunque los más antiguos están en Constantia. El clima mediterráneo y montañoso crea un ambiente perfecto para los viñedos del Cabo. Recorrerlos todos es prácticamente imposible. La ventaja es que siempre hay algo nuevo que visitar. Spier estaba a sólo unos minutos de Stellenbosch, un lugar hermoso con construcciones holandesas, remembranzas de tiempos coloniales. Tokara es otro de los viñedos más famosos y contrasta con muchos otros de la zona por su estilo moderno. Hay también cientos de pequeños viñedos. Vale la pena probar los vinos de Kanonkop, una mezcla de Pinotage y Cabernet.

Hice un curso de buceo en Simon’s Town, en agua helada y con nula visibilidad, donde está Salty Sea Dog, famoso por su fish and chips. Este platillo es tan sudafricano como británico. En el lugar había siempre grandes colas. Aunque no me encantan los platillos rebosados, en Cape Town estos lugares son legendarios. Después de nadar en agua helada, era la gloria. Y acompañado de un Savanna Dry, todavía mejor.

El uso de ingredientes frescos y locales es el común denominador de la mayoría de los buenos restaurantes. Si estás en Cape Town no puedes dejar de comer mariscos en La Colombe o en el Water Front. Y por la noche: una noche de jazz en Kloof Street House.

Regresé unos años después de ese primer viaje a Cape Town con otro itinerario (y mejor presupuesto que el de mi época de estudiante). Me encantó recorrer todos estos lugares con mucha nostalgia. Cape Town era todo lo que recordaba y más. El espíritu sudafricano es una bestia luminosa difícil de domesticar. Y qué bueno que sea así.

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