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jueves, noviembre 21, 2024

Muerte: de denotativo a lo simbólico

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I

¿Y qué pasa si al terminar de leer esta columna, camino de regreso a casa o al trabajo, o después de disfrutar una rica comida en compañía de familiares o alguna amistad, la muerte se le aparece y le informa que es hora de trascender?

 

II

A pesar de que poseemos una serie de códigos culturales que nos permiten reírnos de o con la muerte; la mayoría tenemos miedo a morir.

Sin excepción, me atrevo a afirmar, sabemos que la muerte es lo único seguro que tenemos.

Cada día más es un día menos.

Cada año sumado nos acerca al final de los tiempos.

El tiempo es algo que se mide en forma individual y en comunidad.

En la escuela, la universidad y en casa nos preparan -o intentan hacerlo- para vivir y no fallar en el intento: vivir para trabajar, vivir para otros, vivir para gastar tiempo y dinero, vivir para sentir que estamos vivos; pero nadie nos enseña a comprender, entender que -de una u otra forma- vivimos para morir.

A secas, en frío, suena peor que cuento de terror: vivir para morir.

Y, sin embargo, es lo único seguro que tenemos.

 

III

No es fatalismo ni burdo existencialismo.

Es necesidad de revirar y buscar opciones para resignificar la vida.

Las sociedades iniciáticas -y no estoy develando nada que no exista en libros o internet- hablan de una muerte simbólica para renacer libre de cadenas, vicios morales, educativos y sociales.

El filósofo, psicoanalista y sociólogo esloveno Slavoj Žižek -en los comentarios de la película Niños del hombre, de Alfonso Cuarón- comentaba que (palabras más, palabras menos) la humanidad, para construir un mejor mundo, necesitaba desprenderse de todas las cadenas y comenzar de cero.

 

IV

La educación ha apostado por crear seres que sean capaces de desenvolverse adecuadamente en el trabajo para escalar en el ámbito laboral y esto se vea reflejado en la tenencia de bienes materiales: casa propia, auto propio, etc. Y en el camino coleccionar grados académicos; aunque muchos realmente no posean el conocimiento que supuestamente adquirieron o en caso de tenerlo, no sepan cómo aplicarlo en el día a día.

Creo, fervientemente, que debe apostarse por una educación que nos enseñe a valorar experiencias, a desarrollar y obtener herramientas intelectuales y sociales que permitan a cada uno aplicar la sapiencia en el día a día.

Una educación basada en aptitudes y actitudes en lugar de competencias.

Una educación basada en acciones acompañadas de ética y empatía en lugar de avanzar sin importar el costo o daño.

Una educación que nos enseñe a dudar, preguntar y aplicar el conocimiento desde la propia perspectiva en lugar de que nuestras ideas y/o decisiones para ser validas deban estar respaldadas en lo dichos o acciones de “personas más calificadas”.

 

V

Aún estamos a tiempo de hacer cambios reales.

Y uno de los más significativos sería comenzar a disfrutar el cielo nublado o soleado; el calor quemante o la lluvia empapadora.

Agradecer las experiencias vividas, pues buenas o malas, éstas nos servirán para ser una mejor versión de uno mismo.

Valorar y disfrutar la compañía amistosa, amorosa o familiar; pues no sabemos si esa será la última ocasión que veremos a la persona.

Optar por guardar lo bueno y desechar lo malo, pues nada como cargar buenos recuerdos.

Comprender que uno no es los grados académicos, los títulos, puestos o nombramientos laborales, sino lo que uno siente, piensa y cree; así como la forma que tenemos de interactuar con el otro y el mundo.

 

VI

Algún día trascenderemos, reencarnaremos o habitaremos en eso que la tradición ha llamado Paraíso; pero mientras eso pasa, sería bueno recordar que la raza humana fue hecha por un ente divino, lo que nos convierte en seres tendientes a la divinidad.

La Muerte es el Arcano 13 del Tarot y simboliza cambio, evolución, transformación, regreso al inicio de todo.

 

VII

Cada día es una oportunidad nueva para transformarse y apostar por la divinidad del ser.

En mis, casi 38 años, llevo una serie de eventos que han simbolizado una especie de muerte y siempre estoy buscando ser una mejor versión de mí.

 

VIII

¿Y usted, hipócrita lector, sigue concibiendo el mundo cómo se lo ha pintado la tradición educativa o ya se atrevió a levantar el velo y mirar sin miedo ni obstáculos?

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